Fiesta en las calles y dos horas extra para los pubs

rita á. tudela LONDRES / CORRESPONSAL

SOCIEDAD

SIMON DAWSON | Reuters

Muchos ciudadanos cargaron con sillas y cestas de pícnic, con todo listo para un celebración bajo el sol

20 may 2018 . Actualizado a las 10:02 h.

Un sol espectacular dio pie a las largas colas en las estaciones de tren desde las siete de la mañana para llegar a tiempo y presenciar la boda de Meghan y el príncipe Harry. Nadie se quería perder la ceremonia del año y más de 120.000 fanáticos de la familia real británica pusieron rumbo a las calles de Windsor. Lo hicieron desde Londres, pero también desde lugares tan remotos como los Emiratos Árabes y Estados Unidos, en lo que fue un enlace global que siguieron millones de espectadores.

Varias bandas tocaban para amenizar la espera mientras que a las puertas del castillo de Windsor, multitud de personas podían ver el gigantesco arco floral a la entrada de la capilla. En las calles no faltaban las Union Jacks en gorras, pequeñas banderas y sombreros, pero tampoco las fresas y los vasos de prosecco. «Es un día de cuento de hadas», decía Mandy Cooke, de 64 años, junto a su hija. Tras ver la boda de los duques de Cambridge en la televisión, no se quisieron perder esta. A su lado, otros grupos de amigos cantaban canciones de las Spice Girls para animarse.

La policía advirtió que era mejor no tirar confeti porque representaba un riesgo para la seguridad, en unas calles con francotiradores posicionados en las almenas del castillo donde tuvo lugar la boda. Como si de un día de cámping o de una excursión a la playa se tratase, muchos cargaban con sillas y cestas de pícnic, con todo listo para un celebración bajo el sol.

Algunos, ataviados con vestidos de gala, como si fuesen invitados a la boda, con coloridos diseños y tocados, que también mostraron en las conexiones en directo de las televisiones en diferentes puntos del país

El hecho de la boda se celebrase ayer, sábado, hizo que los británicos no tuviesen un día festivo, como cuando Guillermo y Catalina se casaron un viernes y el Gobierno así lo declaró. Pero a los pubs se les permitió abrir dos horas más el viernes y el propio sábado para celebrarlo; y la Asociación Británica de Cerveza y Pubs cree que eso puede suponer unos diez millones de libras de ingresos extras para el país.

Eso sí, de regreso a casa, a algunos les esperaban más de dos horas de cola en la estación de tren de Windsor, pero para muchos la espera mereció la pena, porque el sentimiento general de los británicos es que Harry y Meghan, los recién casados, «están cambiando las cosas».