Juan Ramón Vidal Romaní: «Cuando Galicia ya estaba por encima del mar, el resto de España no existía»

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

XOSÉ AMEIXEIRAS

La Universidade da Coruña homenajea con una última lección magistral al gran referente vivo de la geología en Galicia

30 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Si es usted buen estudiante, cuando termine su carrera puede venir a verme a Laxe». Fue la contestación que recibió Juan Ramón Vidal Romaní (Tarragona, 1946) de Isidro Parga Pondal, en respuesta a una demanda previa de colaboración. Y así lo hizo, en 1972, cuando finalizó Ciencias Geológicas en Madrid. Fue el primer encuentro del padre de la geología en Galicia con el que iba a convertirse en su auténtico heredero. Maestro y alumno son los dos verdaderos iconos de esta área científica en la comunidad y quienes la transformaron, a su vez, en una referencia en España. Hoy el maestro es Vidal Romaní, que mantiene la misma pasión por el conocimiento de la geología y por su divulgación que cuando era niño y acompañaba a su padre a recoger piedras y minerales en Cabo Ortegal. Un entusiasmo que transmitirá mañana en su Última Lección, un homenaje que le ofrecerá la Universidade da Coruña, donde fue catedrático y director del Instituto de Xeoloxía Isidro Parga Pondal. Hablará, en un acto abierto al público, en el salón de actos de la Facultad de Ciencias (12.00 horas) sobre Galicia: unha historia de 1160 millóns de anos.

-Usted ya es profesor emérito, pero ha dejado bien claro que no se retira de la geología.

-Ser emérito es para mi una oportunidad de acabar proyectos -libros, trabajos, dirección de tesis- que estaban en standby por falta de tiempo, que me robaban las clases y la burocracia. Es el objetivo que me he propuesto.

-Dicen que la geología en Galicia no sería lo mismo sin Parga Pondal y sin usted. ¿Le preocupa que su legado no tenga continuación?

-La geología gallega no es nada personal. Fueron cientos de personas las que consiguieron su actual nivel, que es muy bueno. Isidro Parga Pondal y yo, salvando las distancias, trabajamos también, pero fuimos esencialmente catalizadores del proceso del estudio geológico de Galicia.

-Su última lección: «Galicia, unha historia de 1.160 millóns de anos». ¿Es, en cierta forma, el origen de la península?

-Teniendo en cuenta que Galicia y el norte de Portugal son las zonas mas antiguas de la península ibérica, esta afirmación es correcta. Cuando Galicia ya estaba por encima del mar, el resto de la península estaba por debajo del agua o no existía.

-Galicia, dijo en alguna ocasión, es un mundo salido del mar. ¿Cómo se llegó a lo que es hoy?

-La formación de Galicia surgió a consecuencia de la colisión de placas que sacaron los sedimentos marinos de debajo del agua. Luego, los volcanes dieron un armazón sólido a esos sedimentos, que aún continúan intactos 350 millones de años después de que este suceso ocurriera.

-Usted, además de científico, es un investigador muy preocupado por la divulgación de la geología. ¿Somos conscientes los gallegos de lo que tenemos?

-Los gallegos, en general, incluidos los que han estudiado en la universidad, conocen muy poco la geología de su tierra. Para algunos, demasiados tal vez, Galicia es un banco marisquero del que sacar los bivalvos y dejar el resto allí tirado.

-¿Qué formaciones geológicas es imprescindible que todo gallego debiera conocer?

-El Pliegue do Courel que representa lo que salió de las aguas en el gran choque de hace 350 millones de años; el dique de cuarzo de Pico Sacro, que representa la soldadura entre los continentes de Gondwana y Laurrusia, y el Monte Pindo, que corresponde a los magmas que dieron consistencia a Galicia después del Gran choque. Y añadiría la costa de Cabo Ortegal, que es la cicatriz de la rotura que separó Galicia de Norteamérica hace 200 millones de años.

-Usted siempre ha sido un defensor de compatibilizar la explotación de los recursos naturales con el respeto a sus valores. ¿Nos pasamos de frenada?

-Yo no soy contrario a la explotación de los recursos mineros de Galicia. Solo pido que después de finalizada la explotación se restaure el terreno degradado por las minas. Courel y O Barco de Valdeorras son dos ejemplos sangrantes, aunque últimamente los mineros empiezan a cambiar sus viejas costumbres.

«Ya pagamos la mala costumbre de construir en la costa»

Juan Ramón Vidal Romaní viene advirtiendo desde hace muchos años sobre los riesgos que supone ignorar la historia geológica en la construcción de infraestructuras. Y el tiempo le está dando la razón.

-Galicia sufre una de sus peores sequías y usted denuncia a menudo la sobreexplotación de embalses para producir energía. ¿Echamos de menos ahora esa agua?

-El agua en Galicia es un bien de paso que o cae del cielo como lluvia o atraviesa nuestra tierra camino del mar. Habría que destinar parte de este bien a satisfacer las necesidades de los que viven en Galicia y no pensar simplemente en su explotación como fuente de energía.

-También ha denunciado en numerosas ocasiones y desde hace muchos años las construcciones en primera línea de la costa en un contexto de subida del nivel del mar. ¿Empezamos a pagar la improvisación?

-Empezamos a pagar la factura de esa mala costumbre de construir en la costa. Los gastos de reparación de la infraestructuras son cada vez mayores. Y, en el caso de un aumento en el nivel del mar, bien por el ascenso ligado al calentamiento global, o bien, por ejemplo, por un maremoto o una marea negra, las consecuencias serán cada vez mas onerosas para España y para Galicia.

-Ustedes también han colaborado con la NASA en la simulación de vida extraterrestre en cuevas gallegas. ¿Mantienen la colaboración?

-Mantenemos la colaboración aunque a nivel de científicos mas que a nivel institucional. Pronto vamos a presentar un modelo para la vida en la superficie de Marte. Va a revolucionar todo el concepto de búsqueda de vida en el planeta rojo.

-Parece que lo de la jubilación en casa no va con usted.

-Yo soy un geólogo. Me tengo que morir en el campo, sino sería un vegetal. No concibo estar quieto sin descubrir nuevas cosas y tratar de entenderlas.