«Cuando mi pareja me dio a elegir entre él o mis sobrinas, lo dirigí a la puerta»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

SANDRA ALONSO

Más de un millar de menores gallegos están acogidos por un familiar

01 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Veintidós años y dos niñas de 12 y 11 a su cargo. Pero la responsabilidad no puede con María. Es una de las 72 familias acogedoras con las que trabaja Aldeas Infantiles. Cuidan a un centenar de menores de quienes la Xunta tiene la tutela. Pequeños como Nerea y Zaira, sus sobrinas, que viven con ella desde los 18 años. «A los 17 ya me había puesto en contacto con Cruz Roja, y a los 18 me presenté voluntaria para hacerme cargo de ellas, incluso barajé la posibilidad de tener a mis cuatro sobrinos», explica María.

Al final, su hermano Alberto cuida a los chavales y ella se encarga de las niñas, mientras la madre de los cuatro se recupera. La Ley del Menor establece que la familia extensa es siempre la primera alternativa cuando se retira la tutela de un niño. Es decir, que la primera opción es siempre buscar a un pariente que se haga cargo. «Normalmente cuando surgen estos casos la familia se vuelca y se presenta directamente, y si hay varias personas que se ofrecen se hace una valoración para buscar siempre que el niño esté en las mejores condiciones», explica Chus González, la directora del programa de familia extensa, que Aldeas Infantiles gestiona para la Xunta.

La ley fija que la familia extensa es la primera opción cuando se retira la tutela de un niño Y María se presentó voluntaria para acoger a sus sobrinas en cuanto pudo. Cuando la Xunta le retiró a los padres la tutela de los tres mayores -el pequeño aún no había nacido-, estuvieron dos años en un centro de menores. Después volvieron con sus progenitores y, tras volver a quitársela y con un cuarto hijo, todos vivieron durante unos meses en una familia ajena. Pero en cuanto su tía María -apenas siete años más mayor que el primogénito- pudo, decidió acoger a sus sobrinas. No está dispuesta a permitir que salgan de la familia. Ya de niña los cuidaba, «cuando estaba en el cole iba a buscar al mayor a parvulitos, y después salía del instituto para ir a buscarlos al colegio», cuenta esta joven.

Empezó a trabajar a los 17 años, y mientras otras chicas de su edad se dedican a salir y estudiar, ajenas a otras responsabilidades, María lleva con estricto orden un hogar, «claro que me quitó muchas cosas, pero lo llevo bien». Sus amigos conocen su historia «y cuando se puede quedar con ellos, se queda y vienen las niñas», explica. Porque como dice Tania, la trabajadora de Aldeas Infantiles que lleva su caso, «son un pack, y quien quiera a María tiene que querer a las niñas», cuenta.

María se hizo cargo de sus sobrinas con 18 años, pero quiere que en el futuro estén con su madre Y es así porque durante seis años tuvo pareja «y cuando me dio a elegir entre él o mis sobrinas incluso lo dirigí yo misma hacia la puerta». Admite que comprende la postura de su expareja: «encuentras a una chavalita joven y quieres hacer una vida, salir y viajar, y si a ella la retiene eso», dice. Pero para María acoger a sus sobrinas es un orgullo. «Mi pareja de ahora -explica- no tiene ningún problema porque yo lo digo enseguida, es algo de lo que me siento orgullosa». Eso sí, como destaca Tania, una de las cualidades de María es que sabe que las niñas tienen unos padres, «y lo que quiero es que los niños el día de mañana estén con su madre, al fin y al cabo es su madre», afirma.

La convivencia o la relación entre acogedores y padres son algunos de los problemas

La Ley del Menor establece que los pequeños se queden en la medida de las posibilidades con un familiar por dos motivos, para no sacar al niño de su entorno y para que siga teniendo contacto con sus padres. Esto también es, explica Juan Antonio Pulido, técnico de este programa, una de las posibles causas de conflicto, «porque la relación entre acogedores y progenitores muchas veces no es la más adecuada posible». No es el caso de María, ya que defiende que tanto las dos sobrinas que viven con ella como los que acoge su hermano vean y hablen con su madre, «la relación con la familia del padre es complicada pero María siempre ha tenido claro que es importante para los niños mantener una relación positiva y de contacto con ellos», explica Tania. ¿Y en unos años? María quiere no solo tener sus propios hijos, sino ser madre acogedora. «Me he encontrado con dificultades pero creo que es lo más bonito», cuenta.

La mayoría no vuelven

En teoría el acogimiento en familia extensa dura dos años, y después se toma una decisión, bien que los menores vuelvan con sus padres si estos se han recuperado, o bien hacer uso de otro recurso, como la adopción o un centro de menores. La realidad es diferente. María, por ejemplo, ya lleva cuatro años con sus sobrinas y en principio seguirán juntas porque su madre, que va a tener otro bebé, no está de momento en condiciones de hacerse cargo de sus hijos. Y son pocos los que finalmente vuelven con sus padres. Explica Chus González que el porcentaje de reintegración familiar es muy bajito, y muy alto el de los pequeños que se quedan en acogimiento con sus familiares hasta la mayoría de edad. Ojalá todos en un hogar tan bonito como el que ha creado María para sus sobrinas.