Viagra con permiso de su mujer

Laura García del Valle
laura g. del valle REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

VTelevisión

Una congresista del estado de Kentucky propone que solo se recete a los casados con autorización de su esposa; este fármaco cada vez se consume más en España

22 feb 2017 . Actualizado a las 13:47 h.

Era lo que les faltaba a los estadounidenses. Si Trump les quita el sueño a la mayoría de los norteamericanos, ahora una propuesta de ley en Kentucky pretende que solo los hombres casados puedan tomar viagra. Y esto no es todo. En caso de salir adelante esta medida, necesitarán el consentimiento firmado de sus esposas para conseguir cualquier medicamento que combata la disfunción eréctil. Adiós a las canitas al aire y a eso de saltarse a la torera «los valores cristianos y familiares que se promueven en la Asamblea General de Kentucky». Así lo manifestó hace unos días Mary Lou Marzian, la diputada demócrata de Louisville que ha propuesto esta medida como declaración de intenciones después de que Matt Revin, gobernador republicano de Kentucky, firmase una ley que obliga a las mujeres a consultar a un médico al menos 24 horas antes de someterse a un aborto.

Aunque parece que este proyecto tiene pocas posibilidades de hacerse realidad, muchos son los que se han echado las manos a la cabeza solo con imaginarse pidiendo un justificante a su pareja para conseguir la pastilla azul o, en su defecto, teniendo que prescindir de un fármaco «que ya usan muchísimos hombres, lo que pasa que en ciertos casos el estigma no permite ver la realidad», comenta el urólogo lucense José Antonio Mosteiro. Eso sí, también hay quien piensa que este proyecto es una manera fantástica «de hacer ver que los derechos de las mujeres no están siendo respetados. Se trata de una medida protesta contra la interferencia en la sexualidad femenina, pero no va a pasar de ahí», piensa el sexólogo Emilio López Bastos.

Si finalmente esta medida llegase a buen -o mal- puerto, las mujeres tendrían que pasar sí o sí por un trago que hasta no hace demasiados años suponía un cisma en la pareja. Sin embargo, parece que en la actualidad es el género femenino el que no tiene inconveniente alguno en que su pareja consuma este tipo de fármacos, más bien todo lo contrario. «Cada vez es más frecuente que la pareja acompañe al hombre a la consulta y que le anime si tiene problemas de erección», explica el doctor. No obstante, los hombres siguen siendo «pudorosos respecto a este tema; les cuesta abordarlo, así que lo que suelo hacer, cuando vienen a una revisión, es preguntarles qué tal las erecciones, para que les resulta más cómodo».

Pero pese a la normalización de la situación y al aumento masivo del consumo de viagra, todavía hay quien cree que la virilidad brilla por su ausencia si uno recurre a este tipo de ayudas. Así, algunos pacientes les ocultan a sus parejas el consumo de la pastilla azul: «Les entra miedo, ansiedad y prefieren llevarlo en secreto. El problema es que sus parejas acaban sospechando del consumo de los fármacos y esto, al final, solo deriva en una mayor angustia», dice López Bastos. El sexólogo suele recomendar «abordar este tema de forma natural con la pareja, quitándole hierro al asunto. De hecho, no me constan casos de parejas que se hayan tomado mal que se lo digan».

Quienes también se van a quedar sin poder tener una erección gracias a estas píldoras si se aprueba la normativa estadounidense son aquellos que las utilizan «como afrodisíacos, que también existen», afirma este experto.

«Se cabreó porque se la receté a su marido»

«Hay mujeres a las que les da totalmente igual tener relaciones sexuales con su marido, así que casi prefieren que no se tomen nada», explica el urólogo José Antonio Mosteiro. Este doctor no es el único que ha vivido situaciones insólitas en lo que ha vida marital íntima se refiere. Sin ir más lejos, hace ocho días, Ernesto Serrallés, médico recién jubilado de Oza-Cesuras, explicaba en las páginas de La Voz en una entrevista del periodista Toni Silva que, de todas las anécdotas que acumula, muchas están relacionadas con la dichosa pastilla azul. «Una vez me viene un caballero, me pide la viagra, se la receto y una semana después me llega su esposa cabreada. Vino a reñirme, me dijo que cómo se me ocurría recetarle la viagra, ‘‘con lo tranquila que estaba yo, doctor’’», explica. Asimismo, recuerda cómo a lo largo de sus muchos años de trayectoria profesional, en otra ocasión, «vino una pareja mayor. Vi que ella se sentaba detrás de él. Luego entendí por qué: cuando el hombre me pidió que le recetara viagra ella hacía gestos con los brazos para que no se la diera».