Cuando se casaron, el hijo del matrimonio, Leo, ya tenía tres años y estaba bautizado. «No nos pusieron ningún problema en el tema del bautismo cuando fuimos a preguntar a la iglesia. Eso sí, nos intentaron hacer un dos por uno», comenta. Poco tiempo después Leo veía a sus padres llegar al altar, les entregaba las arras y más tarde se divertía en un convite en el que el número de invitados no superó la centena - «más nos parecía mucho», comenta-.
En la segunda parte de la boda, el matrimonio se inclinó por una tendencia que están siguiendo muchos novios: el showcooking. O lo que es lo mismo, varias barras donde los cocineros están preparando los platos a la vista del comensal. «Había que empezar la fiesta cuanto antes». Así que nada de cenas copiosas de cinco platos. Aquí sí primó la actualidad.