La italiana tomó como fuentes de inspiración disciplinas como la esgrima y creó estilismos en los que combinaba las camisetas con el lema Todos deberíamos ser feministas con faldas de tul, algo que incita a una Dio(r)evolution como rezaban otras de sus prendas. La pregunta al observar las fotos de los modelos que discurrían por la pasarela es dónde está la elegancia que emanaban piezas como el icónico traje de dos piezas rojo que usó Jacky Kennedy en sus actos al lado de John, un atuendo de colección que luego volvió a vestir Natalie Portam en el biopic sobre la que fue primera dama de Estados Unidos antes que esposa de uno de los mayores magnates de la historia de Grecia.
La diseñadora italiana solo dejó resbalar ese estilo en piezas concretas como un abrigo capa negro o un traje de chaqueta de dos piezas. Fueron los versos sueltos de una colección que defraudó a los que creyeron en el belga Raf Simons, que abandonó la maison el año pasado, como la esperanza blanca de Dior.