Santiago Tarrío: «Al corregir los exámenes no puedes ser ni magnánimo ni estricto: tienes que ser justo»
SELECTIVIDAD
Santiago Tarrío es profesor de universidad y estos días, además de los exámenes en su escuela, sus clases y sus trabajos de investigación, coordina la corrección de las pruebas de dibujo y diseño en selectividad.
-¿Qué es lo peor de corregir 150 o 200 exámenes en cinco días?
-Tienes que ajustar mucho, no puedes ser ni muy estricto ni magnánimo; lo primero porque puedes perjudicar al alumno, pero si eres dadivoso, puedes perjudicar a otro. Has de ser justo.
-¿Mucha presión?
-Corregir exámenes es algo a lo que estamos habituados, pero sí que tienes que ser cuidadoso.
-¿El corrector sabe si sus exámenes tienen reclamaciones?
-El corrector no, pero el director del grupo de trabajo sí. El corrector dispone de un gráfico con las notas que ha puesto, que suele tener la forma de una campana de Gauss, estrecha en los extremos y ancha en el centro. En cuanto a las reclamaciones, no es tan importante que tengas muchas como que en un número elevado te modifiquen la nota.
-¿Es cierto que con la segunda corrección se hace una media?
-Si yo le pongo un 5 a un alumno y en la segunda corrección le ponen un 6, pues sí, al final la nota que le queda es 5,5, una media. Si la diferencia es grande, yo le pongo un 5 y otro profesor le pone un 8, entonces se recurre a un tercer corrector, porque alguno tiene que estar equivocado. Esto no es lo normal, la verdad, porque los criterios se establecen al principio y son claros.
-¿Le parece difícil aprobar?
-Me molesta que algunos medios repitan lo de los nervios de los alumnos: si un estudiante aprueba 2.º de bachillerato sin problemas aprueba también selectividad. La verdad es que, por lo que respecta a mi disciplina, los alumnos vienen bien preparados, que es lo que buscamos.
-¿Se nota si un profesor es especialmente bueno?
-Sí, sin duda. No en un año, pero sí analizando una tendencia.