La apuesta de Hunter y la colección de bolsos de Mulberry diseñados por la modelo británica fueron dos de los éxitos de los cinco días de desfiles de la London Fashion Week
18 feb 2014 . Actualizado a las 22:38 h.Las pieles, los pliegues, el azul, el negro, las piernas desnudas, los estampados y las botas de agua, esenciales en el invierno inglés, marcaron esta Semana de la moda de Londres, que concluye este martes, pasando el relevo a Milán.
Otra de las grandes triunfadoras de la Semana londinense fue la modelo Cara Delevingne. Aunque esta joven de 21 años sólo desfila en determinadas pasarelas de la London Fashion Week, su estilo andrógino y un tanto sobrio está presente en todas partes. La mayor sorpresa de la top model del momento en Reino Unido la protagonizó con su colaboración con el fabricante de bolsos Mulberry. La marca, símbolo de la moda británica creativa, desenfadada y con un punto clásico, había caído en picado hasta que el domingo Delevingne presentó su propia colección para la marca. Fiel a su estilo, la colección de la modelo oscila entre lo clásico, lo rockero y lo práctico. Bolsos bandolera en verde intenso con remaches o estilo militar que pueden llevarse también como mochila a los hombros, todo «muy funcional», explicó Cara Delevingne.
Coincidiendo con la llegada de las inundaciones, la marca escocesa Hunter Original consagró su desfile a las botas altas de agua, las Wellington o «wellies», así llamadas porque fueron popularizadas por el militar Arthur Wellesley (1769-1852), primer duque de Wellington. A la empresa, fundada en 1856, le pidieron en la Primera Guerra Mundial «unas botas recias que se acomodaran a las condiciones de las trincheras inundadas». El clima local ha ayudado a las botas de goma a mantener su vigencia.
Las pieles, verdaderas o falsas, aparecieron por todas partes en los cuatro días de desfiles que empezaron el jueves, tras el cierre de la Semana de la moda de Nueva York.
Visón negro y blanco en la colección del diseñador estadounidense Tom Ford, en chaleco o abrigo para la popular marca Topshop Unique, mientras que en la pasarela de Vivienne Westwood, la madre de la moda punk, hasta los shorts tenían detalles de piel. En el desfile del modista británico Paul Smith, destacó una chaqueta azul-oscuro con una franja roja en medio. Burberry Prorsum apostó por una línea de ponchos de cuadros de colores, personalizados con las iniciales de las modelos, fue lo más llamativo de la pasarela y lo más comentado después del desfile en las redes sociales, así como los abrigos largos, estampados con motivos florales, en tonos beige y pastel.
Los pliegues, que evocan a los uniformes escolares, están cobrando nuevo protagonismo, como pusieron en evidencia las pasarelas de Londres, donde fueron la base de los detalles de color en las faldas del londinense Richard Nicoll. También alegraron los abrigos grises de Todd Lynn y los vestidos sueltos de la joven modista griega Mary Katrantzou, donde recordaban al fuelle de un acordeón.
El azul fue uno de los colores dominantes, junto al negro. La serbia Roksanda Ilincic lo usó en vestidos y en faldas a media pierna, mientras que la marca inglesa Temperley London, de la diseñadora Alice Temperley, recurrió a motivos clasicos estampados en diferentes tonos azules.
El negro siempre está presente en la moda, especialmente en las colecciones de invierno, pero esta vez hubo más de lo habitual, en los espectaculares lazos y pliegues en torno al cuello del diseñador John Rocha, en los vestidos barrocos y con transparencias del canadiense Erdem, además de en los elementos en terciopelo, lana y cachemira de Tom Ford.
Las piernas desnudas desafiaron el invierno, al menos en las pasarelas de los escenarios climatizados de la Semana de la Moda londidense. Marcas y diseñadores como Hunter, Topshop Unique y Roksanda Ilincic proponían mostrarlas.
Finalmente, los estampados aparecieron en forma caleidoscópica en el diseñador italo-austriaco Peter Pilotto, en psicodélica en el británico Matthew Williamson y en la tradicional versión cachemira en Paul Smith.
Mientras pugna por hacerse un lugar al lado de las de Milán, París y Nueva York, la Semana de Londres atrae a unos 5.000 visitantes de 48 países y genera pedidos por un valor de más de 120 millones de euros, según el Consejo de la moda británica.