La revolución de Francisco

Mariluz ferreiro REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El papa Francisco camina durante la audiencia general en la plaza de San Pedro del Vaticano, el pasado día 9.
El papa Francisco camina durante la audiencia general en la plaza de San Pedro del Vaticano, el pasado día 9. Gentile < / span>REUTERS< / span>

El papa sigue renovando el discurso católico y asegura que sufre al ver «a la mujer en la Iglesia solo como servidumbre»

13 oct 2013 . Actualizado a las 10:19 h.

Jesuita y «del fin del mundo». Desde que salió al balcón de San Pedro, el papa número 266 no fue uno más. Jorge Mario Bergoglio prescindió de la estola pontifical. Prefirió sus zapatos de siempre a los mocasines rojos. Eligió un sillón de madera y no de oro. En principio fueron los gestos. Pero fue más allá. Esta la revolución del papa Francisco.

Mujeres

«No podemos limitar el papel de la mujer en la Iglesia al altar». El papa dijo ayer mismo que sufre al ver «a la mujer en la Iglesia solo como servidumbre». Aunque les cierra la puerta al sacerdocio, ya había destacado anteriormente la necesidad «del genio femenino en los lugares donde se toman las decisiones importantes».

Divorciados

«El papa quiere que se estudie su caso». Comunión o no comunión para los divorciados que se han casado en segundas nupcias. Esa es el dilema. El cardenal y arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo, recordó esta misma semana que estos católicos están excluidos de los sacramentos, pero añadió el papa quiere estudiar su situación. De hecho, Bergoglio ha convocado un Sínodo extraordinario sobre la familia que concluirá el 19 de este mes. Busca pautas generales en lugar de las soluciones pastorales particulares que surgen en sus propias filas. La diócesis de Friburgo, la segunda en importancia en Alemania, anunció recientemente que no les negará el bautismo, la comunión, la confesión y la confirmación.

Ideología

«Jamás he sido de derechas». Bergoglio admitió que, por que su forma rápida y autoritaria de adoptar decisiones, fue acusado de ser «un ultraconservador» en Argentina, pero lo negó de forma tajante.

Homosexuales

«¿Quién soy yo para juzgar a los gais?». Reconoció la existencia de un «lobby gay» en el Vaticano, pero aludió a cartas que recibía en Buenos Aires con las que se convenció de que los homosexuales son «heridos sociales» por la condena que se les ha impuesto y afirmó que «la Iglesia no quiere eso».

Ateos

«No solo los creyentes se salvan». Bergoglio ha insistido en sus intervenciones públicas en la tolerancia hacia los ateos, negando su condenación. «El Señor nos ha redimido a todos, a todos, con la sangre de Cristo: a todos nosotros, no solo a los católicos. ¡A todos! Incluso a los ateos. ¡A todos!», dijo.

La cúpula de la iglesia

«La corte vaticana es la lepra del papado». Bergoglio ha sido extremadamente duro con «los jefes de la Iglesia», a los que acusa de ser «con frecuencia narcisistas, adulados y malamente excitados por sus cortesanos». Afirmó que la Iglesia «es la totalidad del pueblo de Dios, no una pequeña capilla que contiene a un grupito de personas seleccionadas». Prometió una organización más horizontal. De la cima se cayó el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado y uno de las piezas clave del Vaticano durante el papado de Benedicto XVI. Tampoco fue condescendiente Bertone cuando explicó que había sido víctima de una «red de cuervos y víboras». Bergoglio ha impulsado además la reunión del G8 vaticano (un consejo de cardenales) para discutir cómo reformar la curia.

Banco vaticano

«Sus características deben ser la transparencia y la honestidad». El papa puso en marcha una comisión de investigación con poderes absolutos para reformar el Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco Vaticano, y sometió la entidad financiera a una ley de transparencia. Este mes el IOR publicó sus cuentas anuales. Nunca lo había hecho. Así trascendió que cuadriplicó su beneficio neto en el 2013 y que invirtió casi 600 millones de euros en deuda española.

Pedofilia

«Jamás hay que hacer la vista gorda». Francisco aseguró que la Iglesia no debe consentir que nadie utilice su posición de poder para destruir una vida mediante abusos e intentó lavar la imagen de permisividad con pedófilos y pederastas. Aceptó la dimisión de un obispo irlandés que había protegido a un sacerdote pedófilo y destituyó a un obispo peruano acusado de pederastia.

Celibato

«No es un dogma», dice su número dos. Pietro Parolin, el nuevo secretario de Estado del Vaticano, reconoció en una entrevista que el celibato «se puede discutir». Y añadió que este tipo de cambios «no suponen un peligro en la esencia de la Iglesia». Aunque también declaró que, pese a lo que pueda parecer, «el papa Francisco no va revolucionarlo todo».