Pantín: apostolado sobre una tabla de surf

SOCIEDAD

La organización internacional Christian Surfers desembarca en Galicia

29 ago 2013 . Actualizado a las 19:11 h.

Uno llega a la playa de Pantín, en Valdoviño, con la idea de ver cómo viven estos cinco días de surf los participantes de la Pantín Classic y, casi sin querer, acaba descubriendo un puente entra la playa y la iglesia. Porque así es que como se define la organización Christian Surfers, un movimiento misionero internacional que ha enviado una delegación a Valdoviño para cuidar de los devoradores de olas, física y espiritualmente. Esto es, fundamentalmente, prestarles apoyo logístico o buscarles alojamiento, sin olvidar la labor pastoral.

Marc Pradales (en Twitter, @marcpradales), director nacional de Christian Surfers España (CSE), asume los principios de una organización que centra sus tesis en una frase que es toda una declaración de intenciones: «Tenemos pasión por Jesús, pasión por las olas y por servir en la comunidad del surf».

Treinta años de misión

Aunque CSE arrancó en el 2010 -la matriz australiana tiene más de treinta años- «con el deseo de poder servir a la comunidad del surf y compartir con otras personas esa pasión por las olas y por Jesús», el desembarco en Pantín es más bien reciente.

Antes ya estaban presentes a través de sus misiones en las playas de Andalucía, Asturias, Cataluña, Canarias, Euskadi y Valencia. «Dios ha sido mal presentado», dice Marc, un tipo cuya descripción física responde perfectamente a la idea preconcebida que uno tiene de un surfista: larga melena rubia, cuerpo atlético, bronceado... Y una furgoneta California Beach de color amarillo en la que se puede viajar, vivir y rezar. Ah, y una barba generosa que cobra un significado distinto cuando uno sabe a qué se dedica.

Aunque el ambiente en Pantín alcanzará el punto álgido este fin de semana, riders de todo el mundo ya estaban instalados ayer en los alrededores para disfrutar de un campeonato que moviliza a entusiastas de todo del mundo, desde Hawái a Australia, Brasil, Bélgica, Reino Unido, Francia o Japón.

Sin zona de acampada

El área de competición no dispone de zona de acampada, así que la mayor parte de los devoradores de olas se concentran en el cámping vecino de Valdoviño. Los más osados prueban a hacer noche en las pistas de la zona o en algún pinar, pero no con mucho éxito: el martes, la Guardia Civil le levantó la tienda a varios. Joaquín, que trabaja en los veranos en la escuela y tienda Pantín Surf Camp, dice que lo de coger olas es una especie de bicho que cuando se te mete en el cuerpo ya no sale. «Iniciarse puede salir por unos quinientos euros que te puedes gastar entre el neopreno y la tabla, aunque hay mucho mercado de segunda mano. Después solo te hace falta un coche y gasolina; las olas son gratis».

Un poco en la línea de los misioneros surfistas, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, destaca en la publicación oficial de la Pantín Classic Galicia Pro que «o surf aporta grandes valores: a superación, a constancia, ensina a amar a natureza e a respectala».