Urge una reforma del Estado de bienestar que le permita aguantar las prestaciones
02 dic 2011 . Actualizado a las 12:44 h.El diseño de la pirámide poblacional en los distintos Estados de Europa ha pegado un giro desde los tiempos en que se creó la fórmula que sostiene el Estado de bienestar. La esperanza de vida ha aumentado, disparando también la factura dedicada a la dependencia, a las ayudas por jubilación o a la sanidad.
En Galicia, el problema es importante. El 21,8 % de los habitantes han superado la barrera de los 65 años. Y el índice de dependientes (mayores de 65 años y menores de 15) ronda el 51,32 % del total.
Este nuevo contexto es la excusa que tienen algunos para reclamar una adecuación del modelo. Pero el doctor Daniel Lanero habla de otros factores que deberían tenerse en cuenta. El papel jugado por los inmigrantes y su contribución a la Seguridad Social es un ejemplo.
«Una protección universal del individuo de la cuna a la tumba». Ese es el principio fundamental del Estado de bienestar, una fórmula nacida en el Reino Unido después de la Segunda Guerra Mundial, propagada por Europa Occidental, instalada en España en los años ochenta y que ahora clama por una reforma para continuar viviendo.
«O concepto de protección é extraordinario, pero para sostelo hai que reformalo porque non somos capaces de mantelo, non é un chicle», explica el catedrático de Historia Contemporánea Ramón Villares. La cuestión es que hay que utilizar la tijera. El problema es dónde y qué patrón seguir. O, como pregunta el investigador del programa Pardo Pondal, Daniel Lanero, a qué tipo de gasto público quiere dársele prioridad.
Las piedras que forman los pilares sobre los que se sostiene empiezan a erosonarse, tanto que algunos Estados se han visto obligados a empezar a hacer cambios en logros sociales como la jornada laboral o la sanidad.
Galicia no se ha quedado al margen. La política de austeridad abanderada por el Gobierno popular de Núñez Feijoo tomó forma en los muy adelgazados presupuestos de este año.
En relación al 2010, la sanidad perdió 192,7 millones de euros en recursos; la educación, 165,6 millones y Traballo e Benestar, 64,8. Para compensar la reducción del margen de maniobra también se llevaron a cabo medidas como, por ejemplo, la confección de un catálogo de medicamentos enfocado a reducir la factura que se abona a los laboratorios, uno de los mayores gastos de la consellería. El ahorro alcanzó a finales del pasado mes de septiembre los 76 millones de euros.
Contención
Y el recorte presupuestario ha continuado este año en los presupuestos presentados hace unos días para el ejercicio que viene. Pero lo ha hecho de una forma mucho más comedida que permite continuar dedicando tres de cada cuatro euros del presupuesto a la cesta social. Dieciséis y 12,1 millones en sanidad y educación, respectivamente, es a lo que llega el recorte, lo que supone una rebaja del 0,5 % en relación a este año. En bienestar, el descenso es de 20,6 millones. Galicia, que deberá dedicar 8,4 euros de cada cien a amortizar la deuda pública, trata de mantener ahora la cesta social, pero a costa de invertir menos en infraestructuras.
La crisis de la deuda pública de los países de la zona euro, que por efecto dominó también toca a Galicia, es quizá la mejor excusa que esgrimen los diferentes Estados para aplicar sus reformas y también es el principal detonante del debate abierto ahora en torno al Estado de bienestar.
«Los Estados han dejado de llevar las riendas de su política monetaria y el endeudamiento ha pasado a diseñarse en un mundo internacionalizado que no tiene reglas. Ahí están las agencias de rating para hacer subir o bajar los precios de la deuda», apunta el economista Xaquín Álvarez Corbacho.
En los foros es habitual escuchar propuestas impensables hace tan solo cinco años para hacer sostenible la fórmula. Porque qué Gobierno podía pensar entonces, cuando durante la primera legislatura de Zapatero se aprobaron avances que requerían gran esfuerzo financiero como la esperada Ley de Dependencia, en prescindir de los servicios de algunos funcionarios como ha hecho Reino Unido, cerrar plantas de hospital como Cataluña o sugerir la introdución del copago sanitario en el envidiado modelo de salud español. En Portugal incluso ha habido alguna voz que sugiere recortar los salarios para poder competir con los sueldos de China u otros Estados de la zona, donde no hay política social.
Calma
Con todo, pese a la alarma propagada en la parte sur de Europa por declaraciones de ese tipo, parece que el Estado de bienestar no está tan en peligro como algunos pretenden hacer creer. «Hay excesos que se corregirán», explica Corbacho, mientras Ramón Villares matiza que, pese a los múltiples debates abiertos, «o Estado de benestar é unha conquista extraordinaria da sociedade europea, unha marca de identidade». Además, Daniel Lanero, recuerda el papel del modelo como elemento fundamental para no agudizar las diferencias sociales.
El modelo ha de adaptarse a la estructura poblacional