Baile de delfines a pie de playa

Jorge Lamas Dono
Jorge Lamas VIGO/LA VOZ.

SOCIEDAD

La presencia de los cetáceos cerca de los arenales de Cangas fascina a los bañistas

21 ago 2010 . Actualizado a las 02:28 h.

La placidez de la tarde estival se rompe de repente. El murmullo se extiende rápidamente y los bañistas se levantan y señalan el mar. Tres aletas grises se pasean a escasos metros de las playas de Barra, Viñó y Nerga, en el municipio de Cangas. Una larga fila de veraneantes, muchos de ellos en plena práctica de nudismo, aplauden y dan gritos de alegría. No se han vuelto locos al mismo tiempo. Las aletas se transforman en delfines juguetones, que inician un improvisado espectáculo de piruetas y saltos imposibles. «Son arroases», se le escucha a un individuo desnudo, que aplica la entonación característica de estas tierras del Morrazo, al tiempo que mantiene la mano extendida por encima de los ojos. «¿Entonces, no son delfines?», le pregunta una mujer, cuyo acento nos traslada a la Meseta. Arroaces o delfines, los bichos no dejan de dar saltos. Se propulsan hacia el cielo como si hubiesen trabajado toda su vida en un espectáculo circense. Se cruzan en el aire. Desaparecen y vuelven a surgir, provocando el grito de admiración de grandes y pequeños. «Saltan porque están contentos, para divertirse y porque les apetece», aclara días después Pablo Covelo, biólogo del Centro de Estudios de Mamíferos Marinos. Recuerda a los versos de Celso Emilio Ferreiro referidos al uso de la lengua gallega. «También lo hacen cuando hay algún banco de peces que echarse a la boca». «Polo pan baila o can», dice el refrán y, al parecer, también el delfín.

El arroaz es el cetáceo que vive más cerca de nuestras costas, aunque no es el más numeroso. Si en Australia tuvieron a Flipper , en Galicia alcanzó la popularidad Gaspar ; para algunos, una especie de Rambo de los mares. Por cierto, ¿qué fue del animal?. «Hace unos días, recibimos el aviso de que había sido visto en Sálvora y en la playa de Silgar, en Sanxenxo, aunque no podemos asegurar que fuese él porque no realizamos un registro fotográfico», contesta Pablo. Al parecer, tiene una cicatriz en el labio superior que lo distingue. Como Humphrey Bogart.

El CEMMA estudia estos mamíferos para la Xunta y tiene censados en torno a quinientos ejemplares en toda Galicia. «Los distinguimos por la aleta superior», aclara el biólogo marino. Los arroaces son delfines mulares. Mucho más grandes que los delfines comunes, el mamífero marino más numeroso del litoral gallego. «Pueden llegar a pesar 300 kilogramos y medir los tres metros y medio», añade el consultor marino, que ofrece todo un momento documental de biología marina.

El verano es la época en que más grandes son las manadas y cuando los podemos ver con mayor asiduidad dando chimpos de alegría o de satisfacción posculinaria, y no solo porque es la época en que la humanidad se pasma ante el mar. «Las manadas, que son matriarcales, son más grandes ahora porque hace poco que han nacido las crías», dice Pablo. Asombra saber que los machos adolescentes son expulsados de las manadas, habilidad todavía no adquirida por los humanos.

Especies protegidas

Cuando se produjo el espectacular avistamiento en las playas de Cangas, varios osados bañistas no dudaron en lanzarse al agua y recorrer unos metros para nadar cerca de estos cetáceos. Sin embargo, estos simpáticos animales son salvajes y tienen más de 160 dientes, algo que muchos bañistas olvidan.

Además, están protegidos por la ley, que prohíbe acercarse a ellos, ya sea a nado o en barco. «No debería pasar nada, pero hay casos de ataques, porque el animal está enfermo, porque tiene alguna cría y quiere protegerla o simplemente porque tiene un mal día», recuerdan desde el CEMMA.

Mientras los arroaces se alejan, las playas regresan a su relajado ritmo. Si Nerga es un arenal de implantación textil y Barra optó por el nudismo, la playa de Viño, en medio de ambas, aúna cordialmente las dos formas de afrontar la naturaleza. Las tres son hermosas.