«Yo hago estilo, no tendencia»

Natalia Bore

SOCIEDAD

El ourensano presentó una colección sencilla y ligera en un pase marcado por un fallo del sonido que lo obligó a disculparse

19 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

«He desfilado en París bastantes más años que aquí, pero cuando decidí volver a las pasarelas fueron mis hijas las que me dijeron que tenía que ser aquí. Y aquí estoy. He vuelto para quedarme». Así explicaba ayer Adolfo Domínguez, horas antes de su regreso triunfal a Cibeles, su decisión tras un decenio de ausencia.

El modisto afirma que ahora el certamen madrileño está absolutamente consolidado y que, aunque «no es París o Milán, es tan importante como Londres o Tokio».

Y ha regresado con el objetivo de «comunicar». «Porque la pasarela es eso, un ejercicio de comunicación, un ejercicio de seducción. Y para vender tienes que seducir», explica para puntualizar que la doble esquizofrenia de proyectar una colección para pasarela y otra para tienda es una enorme carga de trabajo. Por eso su retorno no será puntual.

La atracción de Gwyneth

La cita era a la hora torera de las cinco de la tarde, «como Sánchez Mejías, aunque a mí no me matarán», apuntaba. Entre los espectadores estaba Gwyneth Paltrow, cuya presencia causó un enorme revuelo e incluso retrasó el inicio del pase, por lo que fue el propio diseñador el que literalmente empujó a las modelos hacia la pasarela.

Un problema con el sonido deslució la primera parte y obligó a Domínguez a excusarse al final, tras los prolongados aplausos del público: «El fallo no fue nuestro porque la música no lo es. La música, como las matemáticas, es el lenguaje de Dios. Y la que nos pusieron no lo era». Pero de Dios o del diablo, Cibeles se rindió a su propuesta, con tintes ochenteros en líneas fluidas y despegadas.

Sostiene que es el momento de decir adiós al ceñido, y lo hace en vestiditos drapeados en sedas de colores brillantes y en vestidos-túnica asimétricos: esmeraldas, frambuesas, buganvillas, malvas, rosa vintage , turquesas, corales, aceros. La línea masculina es más sobria, en tonos arena, grises y marinos. «No entiendo la comicidad en el mundo de la ropa», sentencia. «Yo hago estilo, no tendencia». Y el calor con el que fue acogida su propuesta, así lo rubrica.