El colmo de un diseñador de coches

SOCIEDAD

El heredero de la mítica firma Pininfarina, la marca que modela los Ferrari, muere en un accidente de tráfico al chocar con su Vespa contra un coche cerca de Turín

08 ago 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Es como aquellos chistes que contaban el colmo de un carpintero, de un electricista... y así distintas profesiones. El de Andrea Pininfarina, presidente y consejero delegado del más famoso carrocero de automóviles de la historia, ha sido morir en la carretera, pero no al volante de alguno de los bólidos de ensueño que diseñaba su empresa. Andrea iba a lomos de un modesto escúter -una Vespa- cuando fue embestido por un utilitario conducido por un anciano de 78 años. El accidente ocurrió ayer a dos kilómetros de su oficina, en Trofarello, una localidad cercana a Turín.

El industrial, de 51 años, había recogido el testigo de la compañía que fundó su abuelo Batistta Pinin Farina en 1930. Un pequeño taller de mecánica que se transformó con el paso de los años en una firma legendaria autora de los diseños de muchos Ferrari y Alfa Romeo, entre otras marcas.

Su padre, Sergio Pininfarina, de 81 años y actualmente presidente honorario, fue el encargado de impulsar el negocio en la época dorada del automovilismo, a partir de la década de los cincuenta del pasado siglo. De su estudio de dibujo salieron coches bellísimos, como el Ferrari 250 o el Lancia Flaminia.

Aunque también ha trabajado para otros constructores como Cadillac, Maserati, Peugeot, Volvo, Jaguar o Rolls Royce, el nombre de Pininfarina está indisolublemente unido a la marca del cavallino rampante. El Ferrari Dino o el Daytona se encuentran entre sus creaciones. En los años ochenta, Pininfarina diseñó el Testarossa, modelo que se hizo famoso al aparecer en la serie Corrupción en Miami, con Don Johnson-Sonny Crockett al volante. El agente antivicio conducía inicialmente un Daytona, pero Ferrari obligó a los productores a destruirlo tras descubrir que se trataba de una réplica basada en un Corvette americano.

Otro de los coches de la firma turinesa que marcaron una época fue el F40, encargado a Pininfarina con motivo del 90.º cumpleaños del comendatore Enzo Ferrari. Con sus branquias en los laterales, sus asientos tipo baquet de competición y su gran alerón, este coche es uno de los superdeportivos más radicales jamás fabricados. Era tan espartano que el interior estaba sin tapizar, las puertas se abrían con un cordón y no había aire acondicionado ni sistema de sonido para aligerar peso. La carrocería era de fibra de carbono y el capó trasero, transparente, dejaba ver un impresionante motor biturbo V8 de 478 caballos.

El nombre de Pininfarina se une al de otros ilustres carroceros transalpinos como Scaglietti o Giugiaro en un país donde el diseño industrial es considerado un arte. «Con Andrea Pininfarina pierdo un gran amigo y desaparece un empresario de gran valor y una persona de grandes cualidades humanas y profesionales. Su contribución en Confindustria -la patronal italiana- fue fundamental», afirmó ayer Luca Cordero di Montezemolo, presidente de Ferrari.