Una relación marcada por el ictus que sufrió el duque en el 2001

SOCIEDAD

Las secuelas de la enfermedad complicaron la estabilidad ?de una pareja que tiene intereses y gustos muy diferentes

14 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

La separación de los duques de Lugo era un secreto a voces que superaba desde hace años la categoría de rumor, un rumor que nació en el 2002 y que nunca abandonó la plaza pública. Curiosamente, ningún escándalo empañó una relación que tuvo como cénit el 22 de diciembre del 2001, cuando Jaime de Marichalar sufrió un derrame cerebral mientras practicaba deporte en su casa.

Desde entonces, siempre planeó sobre la pareja la duda de la inestabilidad matrimonial: cuando vivieron once meses en Nueva York en el 2002, para tratarse el duque del ictus; con la llegada de la infanta a España y su aborto un día después del anuncio del embarazo, en junio del 2003; poco después de la boda de los príncipes de Asturias en el 2004; pero especialmente este verano, cuando ella viajó con su hermana doña Cristina de vacaciones a Croacia y el duque prefería quedarse en Mallorca.

Nadie del entorno de la pareja duda que el shock del ictus -enfermedad que costó la vida al padre y al abuelo de Jaime de Marichalar- provocó importantes alteraciones en la vida de la pareja: los cambios bruscos de humor y una repentina apatía son dos frecuentes consecuencias del derrame cerebral.

Él a París, ella en Madrid

Sin embargo, la clave del desencuentro de la pareja, cuya relación es actualmente muy distante, parece basarse, sobre todo, en que ambos tienen intereses diferentes. Mientras Marichalar vive entre Madrid y París, donde acude a todos los eventos de moda, la infanta centra su vida en la capital de España, donde dirige la guardería Micos y donde están sus amigas, las mismas que tenía en el colegio. Atrás quedaron los primeros años de matrimonio, cuando la pareja residía en París y el duque cambió el estilo y vestuario de su esposa hasta convertirla en una de las mujeres más elegantes de España; aunque hoy por hoy sigue despertando admiración su buen gusto en la elección de ropa y complementos, la infanta se ha ido alejando del mundo de la moda, que tanto gusta a su todavía esposo, por una vida menos sofisticada, con la hípica como actividad principal de ocio.

Esta divergencia en los gustos, dicen, puede ser la clave de una separación que llevará a la infanta a vivir en una casa al norte de Madrid, en la zona de Arturo Soria. El duque se quedará con su piso de Núñez de Balboa, ya que siempre se asumió que era una compra de él.

La cuestión económica

Precisamente, esto último desata todo tipo de especulaciones, ya que no está claro de dónde provienen todos los ingresos de la pareja. Oficialmente, el Rey dispone de una partida presupuestaria de 8,6 millones de euros (unos 1.450 millones de pesetas) para «el sostenimiento de su familia y casa», pero no da cuentas de qué reparto hace del dinero; por otra, Jaime de Marichalar es consejero del todopoderoso grupo de moda LVMH y de cementos Portland (del grupo de construcción FCC), además de presidente de la Fundación Winterthur.

La pareja, además, solo se separa físicamente («cese temporal de la convivencia» ha sido la expresión utilizada por la Casa del Rey), por lo que la economía familiar no tendría que sufrir grandes cambios. Solo si la separación es judicial implica la ruptura de la sociedad de gananciales, si es que la hay (las familias reales suelen aplicar acuerdos prematrimoniales).