Peter D. Lax, uno de los científicos que participaron en el proyecto de la bomba atómica, justifica su uso en Hiroshima

SOCIEDAD

31 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Peter David Lax es una leyenda viva de la ciencia. Premio Abel en el 2005 (el Nobel de las matemáticas), estos días visita la capital de Galicia dentro del programa ConCiencia, que organizan la Universidade de Santiago y el Consorcio de Compostela. Húngaro nacido en 1926, escapó del genocidio nazi gracias a que su padre era el médico del cónsul americano en Budapest.

Su precoz talento hizo que con solo 16 años el matemático Paul Erdös se lo presentase a Albert Einstein. Erdös señaló que le presentaba a un joven talentoso matemático húngaro, y Einstein tan solo respondió: «¿y por qué dices que es húngaro?». Entre científicos y talentos, su lugar de procedencia era lo más irrelevante para el creador de la teoría de la relatividad.

Lax tenía tan solo 16 años y el hecho de apretar la mano del genio, de 63 años en ese momento, le impresionó hasta el punto de que no se la lavó en tres días. En 1945, Peter D. Lax, con 18 años, se integró en el proyecto Manhattan, cuyo objetivo era fabricar la bomba atómica. El científico húngaro justifica tanto el proyecto en sí como incluso el hecho de usar la bomba en Hiroshima y Nagasaki. Lax recuerda que el principal motivo para llevar a cabo esa bomba fue el miedo a que los nazis estuviesen haciendo otra y ganaran por lo tanto la Segunda Guerra Mundial. Respecto a su uso en Japón, aunque reconoció que es un tema peliagudo, asegura que estuvo justificado en cierto modo porque supuso el fin de la guerra. De hecho, el matemático sugiere que, de no haber utilizado la bomba atómica, el número de víctimas habría sido mayor. En concreto, Lax recuerda que poco antes de la guerra tuvo lugar una batalla en Okinawa con multitud de víctimas americanas y sobre todo japonesas. El científico sugiere que, si los americanos hubiesen hecho un asalto convencional, el número de bajas habría sido mayor que el que se produjo en Hiroshima y Nagasaki.

El premio Abel no evitó ningún tema; habló del proyecto Manhattan, de la energía nuclear de fisión, que calificó de segura y como la fuente más importante de energía, pero también abordó la fuga de cerebros en Europa y la dificultad de la enseñanza de las matemáticas en las escuelas e institutos. En este sentido, aseguró que todos los matemáticos famosos se interesaron por esta ciencia porque un maestro los inspiró. «El problema es que hay pocos maestros que inspiren», señaló.