EL PASADO domingo, una importante consultora presentaba los resultados de un informe sobre la imagen de marca que proyectan entre los españoles las comunidades autónomas como destino turístico. Galicia salía muy reforzada ya que los potenciales visitantes puntuaban con notable alto la gastronomía, los precios y el entorno natural de Galicia y valoraban como su principal atractivo la amabilidad de sus habitantes. Dos días después, el conselleiro de Cultura, comparecía en el Parlamento para exponer con más inconcreción de la esperada los principales reclamos musicales para conmemorar el Xacobeo. Por alguna razón, todos nos hemos creído que la diferencia entre David Bowie y los Strokes puede determinar el éxito o el fracaso de la gran campaña turística xacobea. Y quien más firmemente comparte esa idea es Pérez Varela. Más allá de la infinita (y preocupante) capacidad del conselleiro para los hallazgos cacofónicos, llama poderosamente la atención el reiterado empeño en torpedear al resto de eventos que potencialmente competirán con el Xacobeo y, sobre todo, el tono con que se ejecuta esa estrategia de confrontación, poniendo a caldo el Fórum, el festival de Benicassim y todo lo que se pone a tiro. La baza gallega no deberían ser los Red Hot Chili Peppers, sino la inexplicable y milenaria magia del Camino. La insistencia con la que el conselleiro descalifica lo ajeno juega contra esa percepción de amabilidad que forma parte de nuestra imagen de marca. Tal vez sería mejor vender con más intensidad y elegancia lo que nos singulariza y desmitificar la trascendencia del poc-roc .