Cochinillo en Segovia

La Voz

SOCIEDAD

JUAN MARTÍN

18 abr 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

Letizia Ortiz ya conoce a los compañeros de promoción de su futuro marido. El Príncipe y su prometida cenaron el sábado por la noche con los jóvenes que compartieron destino con don Felipe mientras profundizaba en su formación castrense en la Academia General Militar. Para el encuentro se eligió la sala de la Galera del Alcázar de Segovia, bajo un fresco contemporáneo que recrea la proclamación de Isabel La Católica como reina de Castilla. Los prometidos, que cortaron el cochinillo con plato mostrando destreza y decisión, abandonaron la fortaleza segoviana pasada la una de la madrugada, a bordo de un vehículo que conducía don Felipe. La mayoría de los invitados prolongaron la velada aún por más tiempo. Cerca de 250 invitados, los miembros de la promoción con sus parejas, fueron los comensales de la celebración, con un menú servido por el restaurante segoviano que regenta José María Ruiz Benito, que tuvo como prólogo un aperitivo de bienvenida en la sala de reyes, la más suntuosa de todo el palacio. Al lado del Príncipe y de Letizia Ortiz se sentaron el número uno de la promoción, denominado en tono jocoso por los militares «primeraco», y su esposa. La estrella del menú fue, claro, el típico cochinillo asado de Segovia, trinchado por don Felipe y su prometida. Según declaró después el cocinero, José María Ruiz, «el corte lo llevaron a cabo con decisión y destreza, como si fueran conocedores de esta práctica». Letizia Ortiz se interesó mucho por uno de los platos, una ensalada de perdiz y gallo ibérico escabechado con foie fresco. También degustaron crema de cangrejos con tacos de rape y gambas blancas. Preocupada por los rumores que sostienen que los nervios de la boda la han dejado sin apetito, la futura esposa del Príncipe le confesó a José María Ruiz que si la prensa preguntaba les indicara que había tomado dos raciones de cochinillo. Al terminar, don Felipe firmó en el libro de honor del restaurante y escribió: «A José María con todo nuestro afecto en recuerdo a una entrañable cena en la que la XLIV Promoción celebra el XX aniversario de su ingreso en la AGM y me alegra poder compartir este momento con mi futura esposa». Las siglas son del Príncipe. No seré yo quien las cambie. Se llama Leonid Stadnik, vive en una remota ciudad de Ucrania y es veterinario. Pero ninguna de estas circunstancias lo convierten en noticia. Lo extraordinario de este hombre es su altura: 253 centímetros que la naturaleza se empeña en superar, ya que, a pesar de ser todo un adulto, Leonid sigue creciendo. No sabemos si le queda el consuelo de ser el más alto del mundo. El cantante Enrique Iglesias escandalizó y conquistó el sábado por la noche al público egipcio con un sensual y provocativo concierto en el que primaron las minifaldas y el glamur por encima del recato y los velos islámicos. «Ha sido una noche fantástica. Es la primera vez que canto en Egipto y me ha sorprendido el público. Me lo he pasado muy bien en el escenario», confesó el hijísimo, tras el concierto. Lo más granado de la jet set egipcia se dio cita en un conocido parque de atracciones de la capital para asistir al acontecimiento musical del año, exclusivo para esa pequeña parte de la sociedad que vive en un mundo aparte. El precio de las entradas -entre 40 y 300 dólares- era prohibitivo para la inmensa mayoría de un país que en los últimos meses se ha visto obligado a recuperar las «cartillas de racionamiento» para asistir a la creciente cantidad de desheredados. Enrique dejó a sus fans bien a gusto, cuando escenificó un tórrido manoseo con una de las integrantes de su coro, a la que práctica desnudó ante el público. Todo un actor, pues al terminar de cantar, Enrique abandonó el lugar de la mano de su inseparable Kournikova.