Marta Hazas: «Soy menos descarada de lo que parece»

PLATA O PLOMO

Roberto Garver

Si cierra los ojos dice que dentro de diez años se ve igual, haciendo una serie y disfrutando tanto como ahora con su trabajo. De carácter optimista, apunta que está en racha, también en el terreno personal. Su pareja, el actor gallego Javier Veiga, tiene mucho que ver en eso

21 nov 2015 . Actualizado a las 18:51 h.

Marta Hazas (Santander, 1977) confiesa que su mayor virtud es que lucha por lo que quiere con uñas y dientes, quizás por eso recoge ahora la recompensa de mucho esfuerzo. Su empeño por destacar la ha hecho imprescindible cada semana en la serie Velvet, en la que sobresale casi como protagonista gracias a Clara, un personaje lleno de matices que la hace sentir un «bombón». Encantada de lucir un vestuario magnífico, Marta apunta que desde niña le fascinan las películas de los años cincuenta. A Galicia viene con mucha frecuencia porque de aquí es su pareja, el actor Javier Veiga.  

  -«Velvet», «El Hormiguero»... ¿Estás en racha?  

-Sí, la verdad es que sí, no me puedo quejar. Yo creo que es producto de todo un esfuerzo. A mí nunca me ha pasado eso de «Acompañé a un amigo a un cásting y me cogieron a mí» [Risas]. Cada trabajo es producto del anterior. 

-¿Crees en el destino? Porque estás rodeada de gallegos de nombre Javier: en la ficción (Javier Rey) y en la vida real (Javier Veiga) son tus parejas.

-Eso es verdad, algo hay. No sé si es el destino o lo que proyectamos nosotros; los del norte siempre hacemos un poco de pandilla. Caigo mucho en Galicia, sí, una que tiene buen gusto. 

-¿Qué tiene que tener una chica Velvet?

-Tiene que ser amiga de sus amigas, tiene que ser divertida, ambiciosa porque lucha por sus sueños, pero sin pisar a nadie. 

-Pero vosotras fuera de rodaje habéis hecho piña. Ahora mismo hay una foto de Instagram juntas de cena. 

-Sí, tenemos muy buen rollo, totalmente. Hay cosas que no se pueden fingir, hoy hemos estado más de doce horas todos juntos rodando y tenemos muy buen ambiente, si no hay secuencias que no podríamos hacer. 

-En tu vida personal también estás rodeada de buen humor. ¿Tiendes a ver el lado bueno de las cosas?

-Sí, yo soy optimista. Y creo que en el fondo esa postura ayuda a que las cosas te salgan mejor, si vas con miedo es peor. Pero luego tampoco es oro todo lo que reluce, uno también tiene sus miedos cuando llega a casa. 

-Tu personaje, Clara, es un bombón.

-Sí, es un regalo, lleno de matices, puedes frivolizar, pero a la vez  tiene su corazón,  se enamora a pesar de todo, y luego lleva ese vestuario tan bonito. ¡Me lo ponen tan fácil!

-Acabas de hacer referencia al vestuario. Para ti es importante verte guapa.

-No, solo en este personaje. Hay otros en que es maravilloso cuando te destrozan, y sales fatal, horrorosa. Pero en este es todo maravilloso. En una época como los cincuenta, que me encanta, yo crecí viendo todas las pelis de Hitchcock y Cukor, con todas esas mujeres maravillosas, que te lo pongan tan fácil ya desde el trabajo de la estética, pues lo agradeces. 

-¿De dónde te viene esa pasión por los cincuenta?

-No sé, yo siempre he querido ser actriz sin saber muy bien por qué. Es verdad que con mis abuelos veía muchas películas. Pero yo nunca quise ser otra cosa. Ellos me inculcaron el amor por las películas, también por la literatura... Me leían relatos de Julio Verne... 

-¿Qué te queda de periodista?

-Un título para una pared [risas]. Yo estudié la carrera pensando en terminarla deprisa para ir a Madrid a estudiar interpretación.

-O sea que donde pones el ojo pones la bala. 

-Se intenta, se intenta...

-Naciendo el 31 de diciembre ¿cómo se es? Siempre la pequeña de la clase. 

-Pues se pasa muy bien porque todo el mundo se acuerda de ti, y de la fiesta de tu cumple. Ser la pequeña de clase está bien, empecé la universidad con 17 años en lugar de 18, y ahí se nota, pero bueno está bien, no pasa nada. 

-¿Siempre tuviste esa precocidad? 

-No, la verdad es que no, luego no se nota. 

-Clara es muy descarada, rompe tópicos. ¿Tú si vivieses en esa época hubieses sido tan abierta y tan lanzada como ella?

-No sé si hubiese sido tan valiente. Me gustaría responderte que sí, que sería muy avanzada para mi tiempo, pero luego lo pienso y en mi vida actual tampoco me salgo mucho de lo común. Supongo que me resistiría a hacer cosas indignas, sería un poquito más convencional que Clara y me iba a permitir menos licencias. Soy menos descarada de lo que parece. 

-Consideras que estás más en la convención. 

-Bueno, sí. Más que eso, es que pienso un poco más antes de hablar.

-Dime un pecado confesable.

-El chocolate, desayuno galletas Príncipe de chocolate, eso me pierde.

 -¿A ti qué te gusta más a la hora de vestir?, te hemos visto siempre muy guapa fuera de plató 

-Me gusta sentirme cómoda y verme bien, no disfrazada. En mi armario no faltan unos vaqueros, una chaqueta de cuero y unas zapatillas de deporte que está muy bien que se hayan puesto tan de moda.

-Esta relación con Mateo de secundaria tiene poca, parecéis los protagonistas.

-Es una relación muy divertida, un poco al estilo Luz de Luna que veía de pequeña, ese tira y afloja me gusta, de amores reñidos los más queridos. 

-Pero en la vida real no, ¿no?

-No, no. 

-¿Vienes a comer muchas centollas a O Grove?

-Claro, claro.  Cada vez que puedo me escapo, tanto aquí como a Santander. 

-Me has dicho que tu mayor virtud es que luchas por lo que quieres, ¿un defecto?

-La impaciencia, siempre quiero que las cosas salgan ya. 

-¿Tu paso por «El Hormiguero» te ha cogido por sorpresa? 

-Yo había ido siete veces de invitada, conozco a Juan y Damián, Las Hormigas, desde hace tiempo, Pablo Motos me lo ofreció y me lancé. Que conste que me sigo poniendo nerviosa porque no controlo tanto estar delante de la cámara «desde yo misma», pero me lo paso muy bien.  

-¿Cómo te ves dentro de diez años?

-Como siempre pienso en positivo, pues haciendo otra serie, yo me veo currando. Porque así el disfrute ya va implícito.