Los arqueólogos no se atreven aún a datarlo, pero se aventuran a hablar de los siglos VIII o IX por hallazgos de cerámica y vidrio
06 jun 2020 . Actualizado a las 23:56 h.
Al Castelo de Portomeiro le llegó su hora. Es territorio de Val do Dubra situado en lo alto de un monte escarpado y lleno de eucaliptos y de enormes bloques de granito. Incluso hubo una cantera en la parte baja, hoy abandonada, que los vecinos aseguran que se llevó por delante algún tipo de construcción quizás prehistórica. Y le llegó su hora porque un equipo de arqueólogos, dirigidos desde la Universidade de Santiago, cierra este sábado la primera campaña de excavación. Al frente, Mario Fernández-Pereiro y José Carlos Sánchez-Pardo. Con ellos, personal de la empresa Tempos Arqueólogos.
Tan solo cinco días de excavación que, al parecer, han sido muy fructíferos. Mario Fernández enseña la estrecha puerta milenaria y señala donde estaban los torreones que la protegían. Se sabía que el yacimiento —del que no existen demasiadas referencias— no era castreño, y se confirmó que se data en la Alta Edad Media. El arqueólogo no se atreve a hablar de fechas y se muestra cauto, «porque no Faro de Budiño, no Porriño, había un moi semellante, estaban documentados dous séculos, e é posible que este date dun deles, temos que comprobalo». En principio, se aventura a hablar de los siglos VIII o IX, a tenor de los descubrimientos de cerámica y vidrio. A resolver la incógnita va a ayudar un hallazgo raro teniendo en cuenta la distancia a que está Val do Dubra del mar: una concha de ostra. «De aquí non é, alguén a trouxo», dice con cierta retranca el director de los trabajos.
La puerta es el elemento que más impresiona por su sencillez y solidez. Pero no es el único. Algo más arriba, un grupo se afana en excavar una cuadrícula delimitada por dos muros y un bloque granítico. Un espacio habitacional del cual ya se sacó una buena cantidad de tejas; obviamente, el tejado, que se vino abajo. Otro grupo más trabaja en una altura un poco mayor.