«Aquí la palabra "pobriño" no existe»

emma araújo SANTIAGO / LA VOZ

VAL DO DUBRA

La asociación Avante atiende en su centro a personas funcionalmente diversas de Santiago, Val do Dubra, Ordes, Trazo, Tordoia, Santa Comba, A Baña y Cerceda

10 dic 2017 . Actualizado a las 11:01 h.

Corría el año 1982 cuando un grupo de familias de Val do Dubra y su entorno, que tenían a su cargo a personas con diferentes problemas de lo que entonces se definían, sin tapujo alguno, como minusvalías, decidieron crear una asociación para propiciar su integración. Han pasado 35 años desde entonces y muchas cosas han cambiado, pero a las personas que ahora se consideran funcionalmente diversas todavía les falta un largo recorrido para cumplir con el reto de Avante, que no es otro que conseguir su integración social y su empoderamiento como ciudadanos.

Esta entidad, vinculada a Cogami, sigue trabajando con el mismo objetivo, pero ahora dispone de una infraestructura impensable hace 35 años, ya que las 28 personas que reciben atención en sus instalaciones de Val do Dubra, y que proceden de los municipios del área de Compostela y de la comarca de Ordes, tienen atención individualizada posible, según explica Miriam Carril, coordinadora de Avante, psicóloga de formación y con un máster de integración de personas con discapacidad con el que llegó de Bilbao hace diez años. «Hay personas con las que planteamos objetivos tan básicos como que aprendan a afeitarse, pero también propiciamos que otras redacten su currículo», explica.

El sueño de la residencia

Avante dispone de un centro ocupacional desde el 2007, año en el que Carril llegó al proyecto, y al año siguiente comenzó a funcionar el centro de día. También dispone desde hace siete años de una vivienda tutelada en Bembibre en la que viven de lunes a jueves cinco personas, que están atendidas en el centro de 10 a 17.30 horas, momento a partir del que asumen en equipo la gestión de su hogar, con actividades de ocio cada jueves por la tarde, momento en el que regresan al hogar de sus familias para pasar el fin de semana.

Y en el cajón, a la espera de mejores economías, tienen el proyecto para construir una pequeña residencia mientras trabajan en la búsqueda de fondos para que la vivienda comunitaria esté abierta de forma ininterrumpida. Este centro serviría para atender a las personas con mayor nivel de dependencia, que necesitan atención constante y que les ofrezcan todos los servicios.

En el centro de Avante hay personal interno y externo que realizan trabajos de logopedia, fisioterapia y educación física y que gestionan talleres de trabajos de cuero, encuadernación y hortofloricultura. También cuentan con personal que se encarga de la cocina.

«Aquí tenemos usuarios que se apuntaron en el 2001 en el curso de alfabetización para obtener el graduado escolar», explica Miriam Carril, quien defiende el modelo de trabajo del centro con una frase que lo explica todo: «Aquí la palabra ‘pobriño’ no existe, está desterrada». «No somos un centro asistencial, sino que buscamos la proactividad, la autonomía para que la persona con discapacidad se haga dueña de su vida, que pueda decidir y le dejen decidir. Cuando llegué aquí se puso en funcionamiento algo tan básico como que los viernes por la tarde pudiesen elegir entre salir de paseo o jugar al parchís. Preguntarles es algo de lo más lógico, pero hasta entonces no se había hecho», añade.

Diez años más tarde, los usuarios de la asociación Avante votan en asamblea las actividades que van a realizar. La evidencia de que todo lo que han conseguido se empaña llega cuando Miriam Carril reconoce que «lo más duro es la cronificación de usuarios, que dependen de que sus familias los puedan traer y trasladar. Y si viviesen en una ciudad o en zonas mejor comunicadas, tendrían más posibilidades para encontrar un puesto de trabajo adaptado a sus circunstancias. Y esto sí que es realmente muy frustrante».