Alberto Lavandeira: «Ni hay riesgo de contaminación ni habrá vertidos en la mina de Touro. Cero, está garantizado»

Rubén Santamarta Vicente
rubén santamarta REDACCIÓN / LA VOZ

TOURO

Álex López-Benito / Iago García

El consejero delegado de Atalaya Mining sostiene que los opositores emplean argumentos falsos

27 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

 Nacido en O Carballiño (Ourense), formado como ingeniero de minas en Oviedo y experimentado en explotaciones por Europa, América y África, Alberto Lavandeira está ahora al frente de Atalaya Mining, una multinacional en manos de fondos de inversión que le encargó la reapertura de la mina de Riotinto (Huelva). También dirige el proyecto de Touro, una iniciativa contestada en las calles. Admite que ha faltado pedagogía, que una iniciativa así «siempre es complicada». Pero lamenta «que se demonice porque sí» un proyecto que, calcula, creará 400 puestos de trabajo directos y un millar inducidos. «Podemos ser hipócritas y no querer saber cómo se extraen los metales en otras partes, o podemos hacerlo aquí, con todas las garantías», dice.

-¿Qué han visto ustedes en la mina de Touro?

-Estando en África con otros españoles ya vimos la posibilidad de hacerlo. Hay mineral y el futuro del cobre es bueno porque hay demanda. Además, cada vez es mas difícil abrir nuevas minas, y aquí esta ya estaba. Junto al grupo Gómez [el que tiene los derechos de explotación], fuimos investigando durante un año y medio, sin hacer ruido, con técnicos de universidades, expertos llegados de Chile, de Australia... Es un proyecto muy bueno y más fácil que el de Riotinto, porque no hay Red Natura ni población afectada ni se va a utilizar ningún producto químico, está fuera del Camino de Santiago...

-¿Pero con una oposición más fuerte de lo esperado?

-No, a nivel local la gente te dice que adelante, pero los pocos que hay hacen mucho ruido. He visto otros proyectos con un rechazo fuerte, y con argumentos. Aquí todo se basa en algo etéreo: «Es que hay un grave peligro, es que van a contaminar...». ¿Por qué íbamos a contaminar? ¿Quién nos lo iba a permitir, la policía, el Ayuntamiento?

-Cualquier proyecto minero es controvertido socialmente. Algo han tenido que hacer ustedes mal en el pasado...

-De acuerdo. Pero ¿son iguales las carreteras de Galicia de antes que las de ahora? ¿No han cambiado las cosas en 20 años? En Mieres, hace 20 años se echaban lodos de Hunosa al río, y ahora hay truchas. No se puede decir que en el pasado sucedió algo para que ahora se piense igual. Esto es como cualquier otra industria.

-Igual ustedes no han explicado bien su proyecto.

-Igual es que fuimos muy racionales, pensamos que todo está bien presentado. Es que, si decimos que no vamos a echar nada al río, es que no vamos a echar nada. Y punto.

-¿No hay riesgo de contaminación?

-Ninguno. Vertido cero, cero. Es que no va a pasar, está garantizado. Tengo la experiencia de años en minas en las que usábamos cianuro, y siguen funcionando, y sigue la reserva de osos, y sigue llevando salmones el río... Ni gota. Aquí se está jugando con la posverdad, con el peligro. ¡Es que si contaminamos viene el Seprona y esto se tiene que parar!

-Otro argumento en contra: ustedes van a venir, van a explotar la mina, se irán de aquí, y dejarán los restos.

-Otro argumento falso. Una empresa cotizada como esta, en la que trabajamos 500 personas, con personal español, con fondos de inversión identificados, ¿qué sentido tendría irse después de invertir aquí 200 millones de euros? Ya lo hemos hecho en Riotinto y ahí estamos, y ahora ampliando, todo con fondos propios y cero subvenciones. Cero. En Galicia, ni se han pedido ni se van a pedir.

-¿Cuánto han invertido ustedes ya en Touro?

-Unos cuatro millones y medio solo en estudios y algunos empleados. Sin ruido. Un proyecto minero es complicadísimo, mucho más de lo que piensan los que se oponen, esto es como cualquier otra industria, que nadie duda de ella. Nadie piensa que la industria naval vaya a hundir sus barcos, pero aquí...

-Aquí se dice que van a terminar vertiendo al Ulla y acabará en la ría más rica de Galicia.

-Sí, se dice dentro del alarmismo que se ha creado. Pero es que no va a llegar. Primero, porque es ilegal y, segundo, porque no se utiliza ningún producto tóxico. ¿Pero por qué se van a echar vertidos a la ría?

-Por un accidente, por ejemplo.

-Sí, que yo me vuelva loco y diga: «Abrid las compuertas y verted». ¿Algún técnico de esta empresa me va a obedecer, sabiendo que es un delito? ¿Un accidente?

¿Se le ocurre a alguien que se pueda romper la presa de Portomouro, por ejemplo? Sería mucho más dramático. Nadie duda de que se vaya a hundir un puente o una carretera. ¿Por qué aquí sí? La gente usa lo que pasó en Aznalcóllar, que no tiene nada que ver con este caso, y que además ayudó a mejorar desde entonces. Si hay un accidente de un avión, ¿prohibimos los aviones? ¿O vemos lo que ha sucedido y tratamos de mejorar?

-¿Y las detonaciones? Hay viviendas cerca.

-Pues no habrá seis voladuras al día, como dicen, y tampoco por la noche. Otra falsedad. Y son como un temblor que dura medio segundo y cuya vibración también está regulada por ley.

-¿La contestación social les puede hacer desistir de este proyecto? Ya pasó en Corcoesto.

-Conozco ese caso, pero esto es otra cosa. Aquí lo primero que habría que plantearse es si Galicia puede perder un proyecto como este, con esta inversión y empleo, evitando que formemos a gente en minas que luego tiene que emigrar.

-¿A sus accionistas, esos fondos internacionales, les preocupa ver la contestación social?

-No, me preocupa a mí porque me da pena. Ha participado en la puesta en marcha de muchas minas en Europa, en África, y nunca me he tenido que echar atrás.