Un brasileño abre un centro hípico en Negreira y ofrece paseos a caballo por A Ponte Maceira

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

NEGREIRA

PACO RODRÍGUEZ

Marcio aprendió a montar con solo 5 años, es yóquey y técnico deportivo de equitación

05 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Nació en Mato Grosso, un exótico estado en el corazón de Brasil. De niño, Marcio Dias de Souza creció rodeado de equinos, cuenta: «Mi padre nunca tuvo un coche, siempre usó un carro tirado por caballos y él me enseñó a montar siendo muy pequeñito, con 5 años». Explica este jinete profesional de 41 años que allí abundaba una raza autóctona, el pantaneiro, y germinó en él su pasión por este noble animal. Por caprichos de la vida, dejó su tierra natal hace 21 años y acabó viviendo al otro lado del Atlántico, en Galicia, a más de 8.000 kilómetros de su hogar. El vecino de Bertamiráns (Ames) es conocido por haber dirigido la Hípica Boullón, en Brión, hasta que falleció el pasado invierno su dueño y ahora comienza una nueva etapa en Negreira, al frente de un proyecto ilusionante.

En la capital barcalesa inauguró este yóquey y técnico deportivo de equitación, hace justo dos semanas la Hípica Bergando, su primer proyecto como emprendedor, tras llegar a un acuerdo con la propietaria de las instalaciones: «Está a unos 300 metros de la Granja Escuela Bergando [centro gestionado por el colegio Santa Apolonia de Santiago]. Tenemos en torno a unos 15 caballos, entre los que se incluyen 4 ponis para los niños. Hacemos bautizos hípicos para la primera toma de contacto y un carrito para llevar a los pequeños, clases de equitación para iniciarse o para niveles intermedios y avanzados, de doma y salto».

Además, organizan rutas a caballo por los alrededores, añade: «Hay unos senderos para montar aquí alrededor que me enamoraron. Son fabulosos, mágicos, infinitos para perderse por ellos. Además, hacemos rutas hasta A Ponte Maceira, declarado uno de los pueblos más bonitos de España». Explica Marcio que la Hípica Bergando cuenta con pistas cubiertas y es «uno de los picaderos más grandes de la zona, de 50 por 20 metros. También hay una pista exterior enorme ideal para competiciones y unas cuadras enormes, con boxes de 4 metros por 3 para cada animal. Hay gente que deja los caballos en estabulación o pupilaje, y ya teníamos cuatro ejemplares estabulados antes de la apertura».

El brasileño trabaja allí como monitor y presume que el suyo es un deporte para todas las edades: «Los niños pueden empezar a montar a partir de los 4 años y tengo alumnos de hasta 80 años». Paralelamente, se prepara a título personal para salto y entrena a otros jinetes y amazonas para competir a nivel nacional. Reconoce que llevar una instalación con animales como esta es «un trabajo esclavo. Son 13 horas al día, pero es una ocupación placentera. No hay precio que lo pague».