El colegio de Ventín despide al director que hacía de las visitas a su despacho «algo máxico»

Emma Araújo SANTIAGO / LA VOZ

AMES

PACO RODRÍGUEZ

Alfonso Rodríguez se jubila después de «corenta anos no ensino público» y de dieciséis años al frente del centro de primaria de O Milladoiro, referente en integración

11 jun 2023 . Actualizado a las 13:50 h.

La manida y casi siempre efectiva amenaza de que en tu etapa escolar te envíen al despacho del director está en el recuerdo de muchas generaciones. No ocurre así en O Milladoiro (Ames), cuyo colegio de Ventín se ha convertido en un referente integrador porque en sus aulas conviven cada año más de seiscientos escolares de primaria de hasta treinta nacionalidades distintas.

Este centro, cuyo diseño que es un fiel reflejo del irregular crecimiento de O Milladoiro, se transformó ayer, como en una de tantas ocasiones, en un fiesta multitudinaria organizada por las familias por el fin de curso el curso. Pero el 10 de junio de este año resultó una fecha muy especial porque toda la comunidad educativa actual y de anteriores generaciones, sumada a una representación institucional del Concello de Ames, se reunió en el patio escolar para despedir con todos los honores, regalos y muchas lágrimas de emoción, a Alfredo Rodríguez, director del CEP de Ventín durante los últimos dieciséis años. Este período corresponde con la etapa más intensa vivida en este colegio, que se quedó pequeño a medida que la población de O Milladoiro crecía y las familias exigían plazas y servicios de calidad.

Con dos turnos de comedor escolar, con otro colegio de infantil abierto en el 2007 para liberar plazas, y un proyecto en ciernes para construir un CEIP en O Milladoiro, las sucesivas directivas del Anpa As Brañas han mantenido una fluida relación con el cuadro directivo del centro, con Alfredo Rodríguez al frente. Por eso, la despedida a este docente, que no pudo contener la emoción durante buena parte del acto de homenaje, se convirtió en un sinfín de muestras de agradecimiento a este profesor, que se refirió a sí mismo como un «traballador do ensino público» orgulloso de serlo y de ejercer como tal durante cuarenta años. También reconoció que nunca tuvo miedo a asumir la responsabilidad de dirigir el centro, un cargo que no le impidió seguir dando clase de matemáticas y asumir la tutoría de algún curso. Por ello afirmó que ahora, cuando le toca jubilarse, lo hace con el total convencimiento de marcharse «cos deberes feitos».

PACO RODRÍGUEZ

De su talante conciliador quedaron múltiples pruebas en los distintos discursos. En ellos se recordó como Alfredo Rodríguez recibía al alumnado cada mañana «co mítico paraugas cando chovía e cun sorriso cando facía sol», o que un requerimiento para acudir a su despacho tras alguna trastada o incidente se transformaba en «algo máxico» y en una experiencia educativa en la que Alfredo los invitaba a madurar y a ser «humildes» en un contexto de inclusión e igualdad.

El agradecimiento público de las familias y el alumnado al trabajo de este maestro quedó también patente con decenas de dibujos con mensajes de despedida que le regalaron sus alumnos, los cánticos coreados con su nombre, las cartulinas con palabras que sumaban el deseo de felicidad en su nueva etapa y la frase «Alfredo, te queremos» que repitieron durante minutos.

El homenaje se celebró en el patio escolar del colegio, un centro en el que este director y la comunidad educativa de O Milladoiro hicieron piña durante años para mejorarlo. «O cole cambiou moito, e ten que seguir cambiando» fue una de sus frases de despedida «de xente á que lle quero moitísimo».