La historia de amor transoceánica que acabó ampliando la familia de hosteleros de A Raíña, en el casco histórico de Compostela

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Juanqui y Carolina (en la foto, junto a su hijo Thiago) se conocieron en el 2022 y al año siguiente abrieron juntos el restaurante Melchor y Gaspar, que para él es su tercer local en propiedad en A Raíña. Dice ella sobre su aventura empresarial en común que «lo más bonito es el reto permanente de poder cumplir con todo y, a la vez, que no afecte a nuestra familia, que es lo más importante».
Juanqui y Carolina (en la foto, junto a su hijo Thiago) se conocieron en el 2022 y al año siguiente abrieron juntos el restaurante Melchor y Gaspar, que para él es su tercer local en propiedad en A Raíña. Dice ella sobre su aventura empresarial en común que «lo más bonito es el reto permanente de poder cumplir con todo y, a la vez, que no afecte a nuestra familia, que es lo más importante». David Sesto

Juan Carlos y Carolina dirigen el Melchor y Gaspar, el Baltasar y O Pequecho en la misma calle donde se conocieron y él mamó el oficio en el bar familiar

08 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En la rúa da Raíña, una de las calles de renombre hostelero del casco histórico compostelano, hay dos bares enfrentados que forman una simpática tríada navideña. Son el Melchor y Gaspar (antiguo Celme) y el Baltasar (conocido como el pub Capitolio entre los más adultos). Detrás de ellos hay una historia de amor transoceánica que comenzó en esa misma recta de enlosado monumental. Juan Carlos Iglesias Baltasar —también conocido como Juanqui— mamó la hostelería en el local fundado allí por su padre (O'Barazal). Y en esa misma calle vio por primera vez a su esposa, Carolina Gualtero Urrego, con la que lleva dos años casado y tiene un hijo de 9 meses llamado Thiago, en honor a la ciudad en la que se conocieron y viven.

Ella, originaria de Bogotá, se estrenó en el Camino allá por el 2016 y lo repitió hasta en cuatro ocasiones. La última de ellas marcaría su vida, relata: «Yo no quería hacerlo, pero una amiga me pidió que la acompañara porque viajaba con un bebé y no quería realizarlo sola. Yo llevaba 5 años en EE.UU., tratando de hacer diferentes cosas y entrar en la licenciatura de Enfermería. Llega la pandemia y, justo cuando consigo una beca, me deniegan el visado. En ese momento, mientras estoy intentando resolver esta situación y presentarme al examen de inglés vía virtual, nos encontramos en medio del Camino. En Arzúa se apaga mi celular y vengo adelantada, dejando atrás a mi amiga, para llegar a Santiago cuanto antes y poder solucionar el problema. Llego un 16 de agosto, en San Roque, y estaba todo cerrado. No encontraba nada disponible para arreglar mi teléfono, ni para comer... Alguien me dijo que la única opción en ese instante era algún sitio de A Raíña y acabé en el Baltasar, donde me atendió Juan Carlos».

Él le indicó dónde podían reparar su móvil, se tomaron un café luego, al que siguió un gin-tonic y las fiestas de Sar. Carolina, Juanqui y su amiga hicieron juntos el Camino a Fisterra. El santiagués apareció por sorpresa para despedirla en Madrid, antes de que cogiera su vuelo de regreso a Colombia, a donde viajaría el restaurador al poco tiempo para seguir conociéndose. Volvieron ambos a Santiago de forma definitiva en diciembre del 2022, ya como pareja consolidada, y aquí ella pasó a formar parte de la familia hostelera de A Raíña, un sector en el que ya había trabajado antes eventualmente la colombiana, que es ingeniera industrial.

Y en septiembre del 2023 se convertían en socios tanto en lo laboral como en lo sentimental, con la apertura del restaurante Melchor y Gaspar (donde ofrecen desde cocina internacional a gallega, con el raxo, la empanada y las pizzas caseras como especialidad de la casa). Justo pegado está el viejo Raíña, ahora renombrado como O Pequecho, también propiedad de Juanqui, y enfrente tiene el Baltasar, un referente entre los estudiantes que pronto reabrirá para servir pulpo, embutidos y su propia bebida de moda (una especie de sangría registrada, llamada Moncho Especial) y donde surgió todo.