No es necesario leer entre líneas la declaración del presidente de la Xunta posterior al cordial encuentro celebrado el viernes con el alcalde de Santiago para extraer la conclusión de que ha habido avances. De palabra, de momento, pero los ha habido. Lo que hasta ahora eran posiciones inamovibles del Gobierno gallego respecto a dos temas importantes de ciudad como son la tasa turística y el gravísimo problema de aparcamiento del Hospital Clínico, han dejado de serlo. Todo empieza por las palabras, pronto vendrán los estudios que pondrán negro sobre blanco las necesidades, y finalmente tendrán que venir, más pronto que tarde, los hechos. Porque, citando la condición que puso el propio Alfonso Rueda a la demanda de Bugallo de la tasa turística en Santiago, sí, es «razonable». El pago de una cantidad módica por turistear en la capital gallega no va mermar la afluencia de visitantes, que es el principal temor de sus detractores, y ayudará a los compostelanos a pagar los costes que conlleva esa avalancha que está dejando de ser estacional. Habrá que determinar quién —¿también los excursionistas?—, cómo y cuánto. Asimismo, habrá que ver cómo la Xunta y el Concello colaboran para solucionar la acuciante falta de aparcamiento en el Clínico. Que hagan los estudios que haya que hacer para calibrar las necesidades actuales y futuras. Ahora bien, no hace falta ser un catedrático en movilidad, basta con darse una vuelta por A Choupana cualquier día por la mañana para constatar lo insostenible de la situación y que el caos no se va a solucionar reforzando el bus. Donde el presidente de la Xunta no se ha movido es en el conflicto de las viviendas de uso turístico: todo a su tiempo, lo moverán las sentencias del TSXG.