Profesionales del CHUS explicaron cómo realizar una RCP, maniobra que multiplica las posibilidades de que sobreviva sin secuelas
17 oct 2022 . Actualizado a las 23:40 h.«Cada año se dan 30.000 paradas cardiorrespiratorias fuera de un hospital, una cada 20 minutos, pero la probabilidad de que alguien sepa hacer la RCP (reanimación cardiopulmonar) es de una o dos personas por cada diez». La que habla es Laura Sayagués, médico intensivista en el Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela (CHUS) e instructora de una maniobra que si realiza «en los tres primeros minutos desde la parada, existe un 70% de posibilidades de que la persona sobreviva en los ritmos desfibrilables. Si pasan más de cinco minutos sin que nadie se la practique, el porcentaje es del 5%».
Acompañada de otros profesionales, este lunes explicaron a los usuarios del centro cómo afrontar un momento de máxima tensión y riesgo. Explicaron que lo primero que hay que comprobar es si la persona está consciente y es capaz de respirar. Para mejorar la entrada de aire, se debe alinear la garganta, para lo que se pone una mano en la frente y otra en el mentón y se tira de la cabeza para atrás para que el oxígeno entre con mayor facilidad. Una vez realizado esto, hay que ver si respira controlando el movimiento del pecho y el sonido de la entrada del aire.
En el caso de que no lo haga con normalidad, lo primero es llamar al 112 para que los profesionales médicos lleguen con la mayor celeridad posible. Hasta que lo hagan se realiza el masaje cardíaco, que consta de 30 compresiones del pecho, a la altura del esternón y dos respiraciones. Aunque muchos de los participantes preguntaron por el riesgo de romper alguna costilla, la clave pasa por salvar la vida del enfermo. Para los médicos lo más importante es el masaje, que, como ellos mismos demostraron en directo, se debe hacer al ritmo de la canción Stayin Alive, de los Bee Gees.
Colocación del cuerpo
Según explicaron los facultativos, lo recomendable es que participen dos personas, una de ellas manteniendo la cabeza hacia atrás, mientras la otra practica el masaje, para el que es necesario utilizar el peso del cuerpo y no forzar los brazos. «Un minuto aguántase ben, pero logo xa cansa», confiesa uno de los participantes. «Iniciativas así son necesarias. Esto debería enseñarse en la escuela, por ejemplo en cuarto de la ESO. La seguridad sería mucho mayor para todos y habría más cuidado y sensibilidad», explica Miguel Cortés, que tenía una cita en el CHUS y no dudó en practicar la RCP.
En el caso de que en la instalación haya desfibrilador se «debe abrir la caja y seguir las indicaciones del dispositivo. Lo normal es que la gente se ponga nerviosa por no haber tenido previamente contacto con estos dispositivos», explica Sayagués. Una vez hecho ese paso, se colocan dos electrodos en los lugares en los que vienen indicados directamente con una imagen que incluye el dispositivo. Antes de la descarga, el aparato ya pide a través de un altavoz que la gente se separe, mientras que si no recupera el pulso hay que seguir con el masaje y continuar con las instrucciones.
«Cada vez hay más desfibriladores (DESA) de este tipo y es importante que la gente sepa utilizarlos, durante la pandemia no hemos podido dar cursos y creemos que sería necesario hacerlo como parte de la educación, de manera reglada. Siempre que hacemos actividades así tenemos muy buenos resultados, hay cola y nosotros estamos encantados de enseñar», cierra Sayagués, quien reconoce que la clave, aunque se conozcan los pasos a seguir, es avisar a los servicios de urgencias, ya que serán ellos los que le salvarán la vida a la persona que ha entrado en parada.