María Luisa Pérez del Molino ejerce en microbiología hace 35 años, los 6 últimos como jefa del servicio del CHUS. «Los dos años de covid fueron para mi los peores laboralmente», afirma. «Los primeros meses, la pandemia puso a prueba a todo el hospital. Microbiología se transformó totalmente, para realizar más PCR, detectar anticuerpos y saber si los pacientes habían tenido la enfermedad, identificar variantes y secuenciarlas según exigía la UE. Fue un cambio estructural. Y destacaría además la respuesta impresionante del personal, ver su comportamiento positivo en esta situación». El más de un millón de pruebas diagnósticas realizadas para detectaron positivos pasaron por microbiología: «unas directamente, como las PCR, los anticuerpos y las secuenciaciones; en otras, enseñamos a hacerlas y estuvimos encima en las validaciones. Antes una PCR tardaba 6 horas; ahora, una urgente se hace en 50 minutos. Fue positivo incorporar nuevos robots y tecnología; hemos cambiado mucho. También tuvieron enorme implicación los clínicos y medicina preventiva». Pérez del Molino resalta que «en el verano del 2020 en Santiago detectamos una variante diferente de la original de Wuhan, que se publicó en revistas científicas. Desde la alfa, se observó un solapamiento del efecto de las vacunas en las variantes. Ómicron impactó con un elevado porcentaje de vacunación; infectó a mucha gente, pero fue menos grave y favoreció una mayor inmunización de la población». Respecto al futuro, sostiene que «creo que estamos mejor, y en nuestra área sanitaria y en nuestro país no hay nada que haga pensar que vayamos a ir a peor. Quizá habrá un incremento en Semana Santa, si se observan menos restricciones. Con una mayor vacunación en África y en otros países, creo que la tendencia es hacia un futuro positivo».