Es parte del juego. Llegaron las cuentas, y con ellas, los cuentos. Porque los números son los mismos para todos, pero aguantan lecturas dispares. Veamos. Primero presupuestó el Gobierno central. Consignó partidas para las principales infraestructuras que la ciudad demanda: la autovía de Lugo, el enlace orbital, la nueva depuradora de A Silvouta y la estación del AVE, que completará la intermodal. Son las actuaciones más urgentes y todas tienen reflejo en las cuentas del Estado. Sí, pero también es cierto que algunos de esos proyectos acumulan sonrojantes retrasos —ahí están los más de 25 años que tardará en completarse la autovía de Lugo respecto al tramo de Lavacolla— y que las partidas podrían ser más generosas, aunque se darán por buenas si se ejecutan. Y después presupuestó la Xunta. También lo que se esperaba: la reforma del Clínico, la ampliación de la autovía de A Ramallosa, la ciudad administrativa de San Caetano o la sede del Imelga. Sí, pero es verdad que se rescatan varias partidas que quedaron sin ejecutar en ejercicios anteriores. Por eso, tan sobreactuado parece maldecir las cuentas como tirar de guitarra para festejarlas. Eso sí, el Consorcio de Santiago tiene el mismo compromiso de unos y otros: ni un euro más que en años anteriores. Al final, entre cuentas y cuentos, la ciudad algo sí acaba pagando.