Modelo turístico y sostenibilidad

Francisco Candela ECONOMISTA. EXCONCEJAL DE TURISMO DE SANTIAGO

SANTIAGO

17 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Es ya algo comúnmente aceptado que el turismo no puede planificarse ni gestionarse al margen del conjunto de la ciudad. Esta consideración se debe no ya al carácter transversal de mismo sino a las repercusiones e impactos (positivos y negativos) que el sector tiene sobre el entorno económico, social y medioambiental del propio destino, y que se han constatado, especialmente a lo largo del último decenio, en nuestras ciudades.

En este sentido, ya señalaba en un anterior articulo publicado en La Voz de Galicia en abril del pasado año («Crisis turística y oportunidad») las conclusiones de la última Cumbre Mundial sobre Turismo Urbano, organizada por la Organización Mundial del Turismo, donde, de modo nítido, se indicaba: que el turismo ha de incluirse en la gobernanza de la ciudad; la necesidad de integrar la cooperación entre el sector público, privado y la sociedad civil; planificar y gestionar considerando las necesidades y beneficios para la comunidad local; promover políticas de diversificación para ampliar los beneficios a toda la ciudad; monitorizar y controlar los impactos del turismo; y gestionar la congestión y los flujos turísticos.

Es por ello por lo que se hace necesario reformular el modelo de desarrollo turístico habido en Compostela desde el año 2008, basado en el crecimiento de una oferta turística de alojamientos de poca calidad (más del 85% de la nueva oferta creada son albergues y viviendas turísticas), escasa y temporal creación de empleo, bajo gasto turístico y serio deterioro del entorno urbano y social, precisamente en el área más sensible y de mayor valor de nuestra ciudad: el casco histórico, fundamento y base de la declaración de Santiago como Patrimonio de la Humanidad.

Por tanto, es imprescindible que la sociedad civil participe en el diseño de la política turística y en su desarrollo y control, dado que es, en último término, la receptora del visitante y la que soporta los costes sociales de un crecimiento incontrolado del turismo. No hacerlo así, marginar a la sociedad civil y plantear un crecimiento del turismo solo en función de intereses sectoriales a corto plazo, y marginando las demandas y planteamientos de la población del destino turístico, nos lleva a la congestión y banalización del espacio urbano y a su gentrificación, al deterioro patrimonial y al paulatino rechazo al visitante.

Lo paradójico es que en el convenio firmado por la Secretaria de Estado de Turismo, la Axencia de Turismo de Galicia y el Concello de Santiago para ejecutar el Plan de sostenibilidad turística en nuestra ciudad (Véase BOE 11-12-2020) se indica la necesidad de «establecer un nuevo modelo de gobernanza y de gestión de turismo en el que participen otras entidades públicas y privadas y la ciudadanía», así como «impulsar la renovación del modelo turístico de la ciudad, basado en las directrices y metodologías emanadas de las principales declaraciones y convenciones internacionales sobre desarrollo sostenible».

Es necesario iniciar ya el proceso si queremos realmente que las cosas cambien y podamos compartir la ciudad con el turismo, y a tal objeto es preciso empezar a consensuar lineas de actuación y avanzar en la transformación del modelo turístico en clave de sostenibilidad y de calidad, a largo plazo y en la perspectiva del 2030, impulsando un gran pacto local en el que participen representantes no ya del sector turístico y comercial sino del vecinal y ciudadano, amén de la cultura y la Universidad, Arzobispado y expertos y responsables técnicos.

Finalmente, señalar que no es posible llevar adelante este proceso si el destino turístico no cuenta con un ente de gestión turística -en Santiago, Incolsa- con los cuadros profesionales mínimos y con capacidad para ejecutar las actuaciones que se definan. En este sentido, se evidencia que la evolución de nuestro ente ha sido inversa a los nuevos retos y necesidades a los que se enfrentaba el turismo en la ciudad, debilitándose en los últimos diez años en el plano técnico y financiero, y sin objetivos acordes con un desarrollo turístico sostenible. Urge pues dotar a Incolsa de las capacidades necesarias para abordar e implementar no ya este plan de sostenibilidad turística, cuyas lineas de actuación todavía están pendientes de concretarse hoy, sino para situarse como eje central en la puesta en marcha del pacto local que pueda definirse.

No hay tiempo que perder. Es necesario y urgente iniciar ya este proceso. La responsabilidad de una ciudad que es capital de Galicia, Patrimonio de la Humanidad y capital europea de la cultura así nos lo exige.