«Non sentín a vacina, foi moi ben»

Iván caride / S. L. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Niños de 12 y 13 años recibieron la primera dosis de Moderna en el Gaiás

24 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

A las 10.20 de la mañana la estampa de la Cidade da Cultura estaba marcada por las extensas colas de chavales que esperaban la vacunación. Y es que las ganas de querer acabar ya con la pandemia son tan grandes que de los 4.290 convocados hubo una participación del 83,4 %. Los grupos de 12 y 13 años hacían cola con sus familiares en una jornada en la que la inmunización, protagonizada por Moderna, fue lo primordial.

Muchos asistentes que se presentaron en las citas dijeron tener respeto hacia la vacuna. Es el caso de Rodrigo Quintás, de 13 años, que, acompañado por su padre Rafael, admitió su nerviosismo: «Siempre le tuve pánico a las agujas». Su padre remarcó: «O máis custoso é a espera, pero a organización é moi eficaz».

De la misma opinión eran Mary Da Cuña e Irene Castro, también de 13 años. Madre e hija cumplían las medidas de seguridad bajo el optimismo de que el quebradero de cabeza de la pandemia podría estar próximo a su fin. «Estoy nerviosa, no me gusta que me pinchen, pero es lo que hay que hacer», declaró Irene.

Ya recibida la primera dosis, salían de los edificios del Gaiás preparados para la segunda, dentro de 28 días. Jonathan Sonyora caminaba junto a su padre, Martín, después del pinchazo: «Dábame respecto pero non sentín a vacina, foi moi ben». Su padre quiso mencionar las esperas y las colas: «Nós viñemos pai e fillo, pero hai quen ven con catro familiares». Además, la opinión sobre los profesionales sanitarios es muy positiva. «La organización es una pasada, lo fue con los adultos y ahora con los pequeños», dijo Oliva Agra, que acompañó a su hija, Sofía Godino, y además agradeció el esfuerzo de Protección Civil y los sanitarios: «Son muy agradables, no hay queja, solo puedo dar las gracias». Sofía, además, lucía alegre tras su vacunación. Esta escena se presentaba ayer en el Gaiás. Esperanza y alguna que otra risa de padres e hijos que compartían objetivos comunes: destacar lo bueno por encima de lo mano, acabar con el virus y garantizar un comienzo del curso seguro y eficiente.