Los vecinos de la vieja estación de autobuses confían en que la nueva Xunta revitalizará San Caetano
02 sep 2021 . Actualizado a las 22:15 h.La vieja estación de autobuses celebrará el próximo lunes un cumpleaños amargo. Justo medio siglo después de que el cardenal Quiroga Palacios y las autoridades de la época la inaugurasen, la terminal se enfrenta a su desaparición física con las obras de demolición que comenzarán en septiembre, si bien ya luce abandonada desde que en mayo cerrase sus puertas por última vez. La sentencia estaba escrita desde hace 15 años, pero el retraso en la llegada del AVE prolongó la agonía de una estación cuya muerte definitiva deja a la zona de San Caetano sin uno de sus principales atractivos.
Uno de los primeros en notar el cambio fue el sector hostelero. Pablo Troiteiro, de la cafetería Aturuxo, cuenta que la falta de viajeros ha repercutido negativamente en el negocio. «Pensamos que non nos ía afectar tanto porque nós maiormente traballamos coa xente da Xunta, pero aínda así houbo un baixón de trinta clientes ao día. De feito, agora ao que marchan os funcionarios, sobre as 15.30 ou 16.00 da tarde, esta zona queda morta e non se ve un alma por aquí», asegura.
Marina Mangas, del café-bar Caraveliños, coincide en el diagnóstico. «Notamos unha baixada bastante grande na facturación, porque antes por aquí paraban a tomar café os traballadores e moita xente que ía para a estación. E aínda afecta máis polo coronavirus e o teletraballo», explica. Sin embargo, son optimistas, porque tras un «período de adaptación», como lo denomina Mangas, confían en que la situación mejore y se normalice. «Paréceme que isto vai para longo, pero unha vez cheguen os novos funcionarios para nós será moito mellor, porque xa estamos habituados a traballar con eles. Ademais antes de que empecen tamén haberá algún obreiro», comenta Troiteiro.
También Jorge Reza, Clara Tato y Javier Fernández, trabajadores de la Xunta, se muestran satisfechos con el proyecto de la futura Cidade de San Caetano, que sustituirá a la estación con nuevos edificios que albergarán a 1.300 empleados y permitirán centralizar los servicios de la administración autonómica. «Va a ser muy beneficioso porque la Xunta dejará de pagar un alquiler altísimo por muchos locales y los ciudadanos que vienen hasta aquí no tendrán que desplazarse a otros sitios para sus gestiones», explica Javier Fernández.
A la espera de que lleguen los nuevos funcionarios, los taxistas que trabajan en la Praza Camilo Díaz Baliño notan menor carga de trabajo. «Esta parada agora xa non funciona como antes. Non sabemos como vai quedar isto o día de mañá, pero algo de traballo haberá», comenta Richard Baluja. Su compañera Josefa Lamas añade que «antes aquí estabamos un montón de taxis e agora un ou dous xa somos suficientes, e iso que aínda agora chega xente equivocada pensando que ven á estación de autobuses».
Los vecinos de la zona reconocen los problemas causados a corto plazo por el cierre de la estación, pero confían en que el cambio sea para mejor. «Está todo algo deserto e xa non se ven tantos peregrinos, pero pode pasar como cando cambiaron o hospital, que tamén a zona de Galeras quedou morta un tempo e ao final cobrou nova vida», opina Albino Castro. Algunos, como Rafael Arias, creen que el traslado es positivo. «A nova estación é moito máis acolledora e moderna. Se un muda para mellorar, hai que aceptalo. Isto é progreso e ten que ser así. O problema sería se fose para empeorar», asegura.
No falta tampoco quien sienta tristeza ante la inminente demolición de la vieja estación. «Algún cliente estívome contando un pouco melancólico que facía 50 anos este mes», comenta Marina Mangas. Sin embargo, por encima de todo se impone el deseo de que las futuras obras avancen a buen ritmo. «Aínda onte me volvín tolo para volver á casa onda as obras de Concheiros e agora veñen máis. Esperemos que sexan para ben», afirma con resignación Vicente Prego.