Hostelería

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

11 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La otrora poderosísima Asociación Hostalaría Compostela atraviesa el momento más delicado de su fructífera historia, que debe superar por el bien de los hosteleros -asociados o no- y de la propia ciudad, que siendo el primer referente turístico de Galicia no puede prescindir de un instrumento de representación con capacidad de interlocución ante las Administraciones y de apoyo a las empresas en la gestión del día a día. A la entidad se le han juntado dos crisis profundísimas que cada una de ellas, por sí solas, tienen la potencia suficiente no solo para poner contra las cuerdas, sino para enterrar, a una entidad como la de la rúa Salvadas.

Una de ellas es consecuencia de la mala gestión de la propia asociación, que la hundió en la miseria económica cuando vinieron mal dadas y se descubrieron desmanes como el presunto fraude de las subvenciones públicas, un asunto que pasado el verano sentará en el banquillo a directivos de la etapa inmediatamente anterior a febrero del 2015, cuando la nueva junta presidida por Sara Santos tiró de la manta y lo denunció.

La otra es el brutal impacto de la pandemia en el sector turístico, que hace tambalearse a todas las empresas, grandes o pequeñas, que han conseguido aguantar este año largo en espera de un balón de oxígeno que no acaba de llegar. Aun así, Hostalaría mantiene unos seiscientos socios, pero cuando estos más la necesitaban, se ha quedado sin directiva, está en la fase inicial del concurso de acreedores, y su gerente, el abogado Ramón García Seara, solo ante el peligro tras asumir, por delegación, las funciones de la junta que cesó después de que nadie se presentara a la convocatoria electoral del 18 de marzo.

Con este panorama, y con los hosteleros luchando por mantener en pie sus empresas, no es de extrañar que nadie quisiera coger las riendas. Más todavía, con la asociación dividida entre un ala dura que no ha dudado en enfrentarse con las Administraciones por su gestión de la crisis respecto al sector y otra, probablemente la mayoritaria, partidaria de no dinamitar los puentes pero que dejó hacer dadas las circunstancias extremas. Esta es la más que compleja situación de una asociación que tiene que refundarse, pero no desaparecer.