-Creo que se ha mantenido mucho el espíritu de aquella propuesta. La formalización ha sido diferente, porque la realidad impone sus condiciones. Pero lo importante es que el concepto de construir una estación sobre las vías, que tuviera un beneficio inmediato en la operatividad de la intermodalidad de las estaciones de autobuses y trenes, se viera enriquecido por un valor añadido, que es la conexión directa, peatonal y en bicicleta, desde el centro hasta los barrios al sur, al parque de las brañas y a la Ciudad de la Cultura. Y regalarle a la gente que durante décadas ha dado rodeos incómodos una travesía agradable con la que llegar al centro en apenas unos minutos. Es algo que transformará mucho la ciudad.
«Este proyecto expresa mejor la lucha contra los excesos que el del 2011»
Herreros pone en valor el comedido diseño actual de la intermodal frente a su propuesta del 2011, más ambiciosa y espectacular.
-¿Por qué quedó en el cajón?
-Aquel proyecto surgió en un momento en el que se replanteaban cuestiones asociadas a la necesidad de una nueva generación de estaciones que venían arrastrando los proyectos urbanísticos muy ambiciosos y que se consideraba que tenían un papel más trascendental en la regeneración de la ciudad del que a lo mejor deberían tener. Creo que no estuvo mal. Pero con el tiempo le acabamos cogiendo cariño a la nueva versión, muy parecida a la original, pero más medida, con menos exceso de actividades paralelas o programas comerciales que muchas veces desvirtúan esas cuestiones. Hay una cierta lección en cuanto a la sostenibilidad de la operación, al pragmatismo de su misión. No deja de jugar a depositar una pieza de arquitectura contemporánea sobre el paisaje de la ciudad, pero renuncia a cosas que hace diez años parecían más lógicas. La estación es hoy más comedida y pienso que expresa mejor la lucha contra los excesos de hoy. En diez años el mundo ha cambiado y a lo mejor inaugurar ahora una estación tan espectacular podría ser motivo de arrepentimiento.
-De alguna forma, lo que entonces pudo interpretarse como una falta de ambición para ejecutar aquel proyecto se ha convertido después en clarividencia para transformarlo en una obra más pegada a la realidad actual.
-Absolutamente. En estos diez años no he vivido ni una sola renuncia en los procesos de diseños del conjunto, a comodidad, accesibilidad, capacidad. Ha sido como un retractilado de aquel proyecto de hace diez años, pero la pieza retractilada contiene los mismos servicios. Y creo que ha habido un enriquecimiento en ciertos aspectos que puede que pasen desapercibidos y que tendrán mucho que ver con la calidad y comodidad de los viajeros.
-Salvo la intermodal de Vigo, el resto también han ido reconvirtiéndose. Está el caso del proyecto de Norman Foster en Ourense.
-Me parece muy interesante esta reflexión, porque al final la idea es que la estación le ofrece a la ciudad este valor añadido de la conexión. Pone en valor la naturaleza, el parque de las Brañas. El barranco y las vías del tren dificultaron que la ciudad creciera, pero, una vez que hemos descubierto el valor del parque, hacerlo competir con una pieza de arquitectura exageradamente musculosa… Hoy me siento muy cómodo diciendo que esto es tan sencillo como cruzar, poner un ascensores al final, unas buenas escaleras y una rampa para las personas con dificultad de movimientos, enchufarle una estación que está muy comedida pero que no renuncia a la comodidad de sus servicios y aplicarle una estación de autobuses. Y la estación es el centro de gravedad de todo eso, pero no por monumentalidad, sino por operatividad.
«La pasarela debe tener una nobleza en su encuentro y conexión con la rúa do Hórreo»
El autor de la pasarela desea participar en la reforma de la rúa do Hórreo en la que desemboca.
-Ha expresado su interés en colaborar en esa reforma de la calle.
-Es una pieza urbana a la que atiende la pasarela y no tenemos ninguna duda de que se hará lo mejor que se pueda y que habrá profesionales implicados con el mejor deseo, pero nos gustaría formar parte. Por cariño a nuestro proyecto y porque hemos desarrollado un cariño hacia la ciudad de Santiago que no quisiéramos que se interrumpiera.
-¿Qué solución propone?
-Creo que tendrá tres etapas. La primera es conseguir que la pasarela que ahora desemboca en una acera relativamente estrecha tenga una nobleza en ese encuentro y una conexión con el otro lado de la calle del Hórreo. Es algo más que mobiliario urbano y pavimentación. Y habrá un segundo escenario, cuando llegue la estación de viajeros y esa plaza, que sabemos cómo quiere ser y por eso nos parece importante que en ese diseño que se haga de la calle se considere lo que va a ocurrir. Y un tercer nivel, que es que se termine por romper la condición de avenida de borde que tiene la calle del Hórreo y que quede integrada como una más en la ciudad.
-La estación de autobuses ya está finalizada. ¿Qué le parece?
-Tiene una calidad arquitectónica y, sobre todo, funcional notable. Como primera pieza del conjunto está muy bien y marca un buen nivel de inicio. También está el rediseño de la calle Clara Campoamor y la plaza, que hemos hecho nosotros. Son espacios que la ciudad gana de la nada. La salida de la pasarela hacia la plaza de Clara Campoamor es muy expresiva y la simétrica de la que todavía no se ha podido hacer en el otro lado. Por una vez, el sur gana.