Antonio González: «Figas de azabache y conchas son piezas demandadas por los turistas»
SANTIAGO
Es el autor de La Cruz del Camino que portó el arzobispo al abrir la Puerta Santa
22 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Vive y trabaja en la casa donde nació, en la Praza de Feixóo, 2. Antonio Ramón González Porto heredó de su padre el oficio de orfebre y su taller, además de graduarse en Artes en la Escuela Maestro Mateo. «Soy la segunda generación y por nuestro taller pasaron grandes profesionales. Tengo dos primos que me ayudan y espero que esto continúe», señala el titular del histórico establecimiento Ramón González Orfebres.
Plata, oro, platino, gemas preciosas, azabache y marfil conforman el material que talla, diseña o modela Antonio, que también acredita el diploma del Centro de Estudios e Investigaciones Gemológicas, con sede en Madrid. Refiere que en estos tiempos «difíciles para todos», quedan pocos talleres en la ciudad que trabajen el azabache. «Tenemos -añade- clientes habituales y público de toda clase. Hacemos piezas de escultura y joyería, además de restauración. Lo que más vendemos es joyería para la mujer, y también aceptamos encargos de todo tipo. Las figas de azabache y las conchas suelen ser bastante demandadas por los turistas».
Sobre la dificultad de trabajar con el negro mineral, el artesano añade: «El problema del azabache es que se trata de un lignito del sistema cristalográfico amorfo y con un grado de dureza bajo, por tanto muy delicado, y se quiebra con mucha facilidad, por lo que es necesario trabajarlo con mucha finura, si bien en la talla las piezas pulidas son más sencillas de hacer». En cuanto a las obras escultóricas, indica que su demanda se ha reducido y que solo suelen hacerse por encargo de instituciones o coleccionistas de arte.
Antonio González es el autor de La Cruz del Camino que monseñor Julián Barrio llevaba en sus manos en el momento de cruzar la Puerta Santa de la catedral compostelana el pasado 31 de diciembre. «Es una cruz de acogida y unión a partir de un cruce casual de eslabones que marcan los cuatro puntos cardinales. Está hecha en plata fuerte y gruesa, marfil y oro, sobre una base de fluorita negra. Y está rodeada por el tetramorfos, símbolo de los evangelistas en el arte medieval. En el centro tiene un círculo con el antiguo saludo de los peregrinos en letras de oro: Ultreia et suseia», tal como explica González, que se apresura a agregar que el varal para portar la cruz, una pieza de cedro tallada, es obra de Camilo Seira, «un gran escultor», apostilla el artesano.
Un año de trabajo tras el encargo del Cabildo, con el patrocinio de Abanca, empleó el orfebre, que dice haberse inspirado delante de una exposición de estructuras arquitectónicas, en dar forma a esta obra jacobea, que aparece expuesta a la derecha del presbiterio.
En opinión del artesano santiagués, la restauración de la basílica apostólica merece un premio. «Solo por el hecho de que hayamos podido ver las torres con el tono original de la piedra ya es digna de un premio. Fue una labor complicada que se llevó con mucha sensibilidad y respeto», según destaca.
En cuanto al arte histórico, a Antonio González siempre le atrajo la figura del rey David que forma parte de la fachada de As Praterías, «no solo por su maestría, sino también por su simbología, ya que era un personaje con una clara vertiente artística», explica.