Portomeiro

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

09 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Que Santiago -o al menos su casco histórico- sea todo él un solar arqueológico no quiere decir que no haya que estudiar, potenciar, divulgar y, si es el caso, excavar, los yacimientos del pasado que quedan en sus alrededores. Porque tal y como están las cosas, con una estancia media en la ciudad ridícula por parte del turista, todo vale para atraer y retener.

Pero que los árboles no impidan ver el bosque. El objetivo principal no es ese, sino conocer y entender el pasado. En ese sentido, es de justicia felicitar a la Universidad por haber apostado por investigar en el Castelo de Portomeiro, territorio de Val do Dubra, donde durante cinco días de la semana pasada profesionales de la arqueología estuvieron mañana y tarde rompiéndose la espalda, con traca final el sábado en una visita guiada a quien se atrevió a subir a esas alturas.

Ha habido descubrimientos magníficos desde el punto de vista histórico -¡vaya puerta de entrada!- que deben obligar al Ayuntamiento correspondiente a ponerse las pilas, hablar con las empresas de su zona para que abran el cajón y preparar así una campaña ya de mayor entidad para el año que viene. Largo me lo fiais, en efecto, pero ahí hay que estar: no existe ningún otro lugar semejante al norte de Santiago. Y si existe, lo conocen solo los especialistas.

Val do Dubra presume de una gran riqueza natural. Es hora de aprovechar aquello que es obra del hombre. No tiene grandes monasterios, ni fortalezas, ni un dolmen como el de Dombate. Pero tiene el Castelo de Portomeiro. Seguro que no va a venir nadie de Dinamarca o Italia a conocerlo. ¿Y el turismo interior?

Porque un poco del alma de la comarca compostelana está en el curuto de ese monte.