Lo que nos queda de la década de los 60

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

MARGA MOSTEIRO / IAGO GARCÍA

El corto de Claudio Guerín Hill refleja un pasado en el que Santiago empezaba a modernizarse lentamente

16 oct 2018 . Actualizado a las 00:16 h.

Claudio Guerín Hill quiso retratar una Compostela diferente en 1967, y aunque no salió muy bien parado en su día, con el tiempo los compostelanos tienen que reconocer su deuda pendiente. Su corto, emitido hace unos días en el Festival Curtocircuíto, no pasó desapercibido en las redes sociales, y se convirtió en un éxito compartido por numerosos compostelanos de nacimiento y de adopción. El corto se hizo para emitirlo en el programa Conozca usted España de TVE, pero la imagen que proyectaba de Santiago no fue del agrado de las «fuerzas vivas», y hubo un segundo vídeo políticamente correcto.

Pero, ¿qué queda de la imagen moderna que reflejó Guerín Hill de Compostela? Para empezar, el edificio desaparecido más famoso de la ciudad, el Castromil, seguía en pie en la Praza de Galicia, y también estaba abierto un moderno restaurante en el local que actualmente ocupa el Banco Santander y que llevaba el nombre del hotel Compostela. Junto a los autobuses Castromil circulan por A Senra un puñado de coches y vespinos que dejaban entrever el florecimiento económico de la ciudad vinculado al comercio y la hostelería. Allí estaba y sigue estando Confecciones Onbre, que ofrecía las últimas novedades de la moda de los 60 para hombre y mujer. El Ensanche era un proyecto sin desarrollar plenamente y todavía no se habían construido las galerías de la Praza de Galicia. En el Hórreo y A Senra había una larga fila de casas con galerías de madera, de las que quedan varias en pie, y en las que abrieron varios cafés y casas de comidas a la sombra de aquella estación de autobuses. Algunos ejemplos son El Muelle, que sigue abierto; y el Derby, que casi no ha cambiado nada.

Si la transformación de la ciudad fue positiva, en general, en el caso del restaurante El Asesino, el paso del tiempo terminó con un negocio vivo y pujante. Maruja Neira estuvo entregada a la cocina, que ahora se podrá recuperar de la mano del hostelero Antonio Riveiro.

Álvaro Ballesteros

Hay una gran diferencia entre la Alameda de Guerín y la actual, y es que del suelo embarrado se pasó al enlosado. En el vídeo, las Marías pasean derrochando su habitual alegría por la Alameda y por el casco histórico. Ahora su presencia sigue viva con la estatua de César Lombera, en la entrada del parque histórico.

También el casco monumental cambió, y lo hizo para mejor. La transformación más importante fue el tráfico, y es que allá por el 67 los utilitarios cruzaban por las rúas Nova y Vilar, y aparcaban en el Obradoiro sin ningún problema. Ahora, la circulación está limitada y el aparcamiento prohibido. En las imágenes, vistas fugazmente en Curtocircuíto, aparecen algunos de los comercios del casco histórico ya desaparecidos. De la Rabeada, en el Toural, y del establecimiento de venta de carne de caballo, en la Rúa Nova, no quedan ni rastro. En el primer caso, el local sigue cerrado, y en el segundo abrió hace unos años la Tienda de Julia. Al pie del cañón sigue la sastrería Pepecillo en la rúa Nova.

Imagen de la Rúa Nova
Imagen de la Rúa Nova Xoán A. Soler

En Porta Faxeira, el restaurante Alameda con una terraza protegida por un toldo de lona ofrecía una imagen moderna de la hostelería compostelana, y a su lado, la óptica Losa era un ejemplo del nuevo comercio. Ni uno ni otro aguantaron el paso de los años. En el primero, tras varios negocios, ahora hay un kebap; y en el segundo, un despacho de abogados. La farmacia Gómez-Ulla estaba y está en pie, mientras que un poco más adelante, en Bautizados, en una pequeña casita de madera se vendía queso gallego y joyas. Otro de los negocios desaparecidos es Comercial Mateo, en Bautizados; y un ejemplo de resistencia es la sombrerería Iglesias, en la rúa do Vilar.