Un paseo

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi AL CONTADO

SANTIAGO

21 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Salí de casa en busca del párrafo perfecto, a dar un paseo, y al final regresé con una pizza margarita. A veces voy a caminar de noche. Apenas llevaba un rato andando cuando sonó el móvil. «No hay gran cosa para la cena, anda, trae algo». No recuerdo qué conteste. Supongo que dije «vale» o «de acuerdo», pero sin demasiado entusiasmo. Era tarde, y pensé que los mejores paseos, los más provechosos, son los que van a ningún sitio. Las grandes ideas se hallan en el lugar más impredecible: en un contenedor, en una persiana echada, en un banco. Al caer la noche, con las aceras vacías y en silencio, las ideas duermen en la calle esperando a que alguien las despierte. A veces conviene salir así, sin un destino prefijado. Entonces te encuentras al vecino en el portal, te pregunta adónde vas y le respondes que a darle unas patadas a una lata. El caso es que esa noche, la de la llamada, había salido a por unas frases y volvía con una pizza. Al llegar a casa, abrí la caja y me di cuenta de que había traído la cena con demasiado movimiento. Los ingredientes, sobre todo el queso, se habían desplazado, y todo tenía bastante mala pinta. De repente, observé esa masa en forma de circunferencia como si fuera una réplica del planeta; en el hemisferio norte de la pizza abundaba el queso y el tomate, y el sur estaba desolado, sin apenas ingredientes, azotado por una sequía. Entonces imaginé que esos trozos debían ser Sudán o Etiopía. Sin saberlo, esa frase, ese párrafo que buscaba, se encontraba ahí, escondido en la caja de una pizza. Había salido a pasear y había vuelto con una réplica del mundo entre las manos.