El centro perdió 1.500 plazas para aparcar en superficie desde el 2001

rosa martínez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

Ese peaje de las reformas aumentará con las de Castrón Douro y la avenida de Vilagarcía

08 oct 2017 . Actualizado a las 22:48 h.

El centro urbano y su entorno más próximo ha perdido al menos 1.500 plazas de aparcamiento en superficie desde el 2001. Las sucesivas reformas del Ensanche y el proceso de peatonalización del ámbito de San Clemente, culminado con la reurbanización de Carretas, han mermado de forma considerable el espacio para el vehículo, al que desde entonces todos los gobiernos locales han puesto coto en el ámbito más céntrico de la ciudad. Ya fuese el bipartito, el PP y ahora Compostela Aberta, todos han apostado por ganar espacio para el peatón. En el caso del Ensanche, a costa del estacionamiento en superficie. En el del casco viejo, con la eliminación también de la circulación en el entorno de Raxoi.

Más de dos tercios de esas 1.500 plazas estaban bajo regulación de la ORA, que en el 2001 gestionaba 2.700. Eran 1.100 plazas que en los últimos tres lustros han dejado de estar disponibles, mayoritariamente en el Ensanche (el ámbito natural de implantación de la zona azul y donde hace años que no hay plazas libres), si bien las reformas viarias también anularon las de Valle-Inclán y Rúa de San Pedro, sujetas igualmente a régimen de pago. La ORA conserva aún 1.600 plazas. La mayoría de ellas están en el Ensanche, aunque 250 son de carga y descarga, solo disponibles, por tanto, para aparcar fuera de los horarios de esa actividad.

En torno a otras cuatrocientas plazas libres acabaron cediendo también a las políticas reurbanizadoras: Ahí está Carretas y parte del ámbito de San Clemente, pero también el efecto dominó que tuvo la construcción del túnel del Hórreo. Esas obras se llevaron prácticamente otras trescientas. No en esa calle, donde apenas había media docena en la zona baja de la Rosaleda. Pero sí en Clara Campoamor.

Clara Campoamor

En el vial que une la rotonda de Sar con la de Pontepedriña se circulaba entonces con un solo carril por sentido y los márgenes a ambos lados eran un recurso muy socorrido para aparcar muy cerca del centro en estancias prolongadas sin pasar por caja en los párkings subterráneos. Pero el cierre del Hórreo obligó a buscar más capacidad en Clara Campoamor, donde desde entonces toda la calzada es para rodadura.

Y también perdió capacidad el aparcamiento bajo la vía férrea de Pontepedriña. Ese ámbito, sin urbanizar y con un uso muy en precario por muchos de los conductores que a diario entran en la ciudad, precisaba que se pusiese orden. Y así hizo la Xunta, aunque la organización del espacio necesariamente achicó la disponibilidad de huecos. Antes había desaparecido la pequeña zona de aparcamiento que también funcionaba en precario en Cornes.

En total, al menos 1.500 plazas cuya desaparición ha mermado la presión del tráfico sobre el centro de la ciudad, aunque el Ensanche sigue teniendo un movimiento intenso. Son muchos los que tratan de acceder a las ahora escasas plazas de la ORA. Los compostelanos han pasado de denostarlas inicialmente -por la obligación de pagar por estacionar en superficie- a respirar cuando encuentran acomodo en ellas. Porque la alternativa es mucho más onerosa. Y una pesadilla al menos para las estancias puntuales de larga duración.

Pero la acotación del espacio en superficie para los vehículos aún no ha concluido. En cartera están las remodelaciones de Patio de Madres y Castrón Douro, además de la avenida de Vilagarcía. Y todas conllevan la eliminación de la práctica totalidad de plazas de estacionamiento.