Basura

Serafín Lorenzo A PIE DE OBRA

SANTIAGO

01 jul 2017 . Actualizado a las 04:00 h.

Entre los distintos ámbitos de gestión que competen a los concellos, incluidos los varios que no les son propios pero que asumen con la misma diligencia, uno de los más complejos es el de la limpieza. La imagen del camión y los operarios que se encargan de su recogida irrumpiendo en la postal que brinda el personal en las terrazas, cenando tranquilamente o apurando la primera copa, tiene sobrados tintes tenebrosos para evocar aquellos primeros cortometrajes de Álex de la Iglesia. Pero esa motosierra que tritura la estampa estival de Pescadería Vella no es distinta de la que quiebra el clima nocturno en otras grandes ciudades. Podemos ver lo mismo en Roma, Barcelona o Buenos Aires, por citar algunas, y nadie regresará del viaje rasgándose las vestiduras por lo inoportuna de la recogida. Simplemente, la retirada eficiente de la basura es inevitable y necesaria, porque lo contrario sería, además de insalubre, intolerable. Y en esa tarea todos tenemos una cuota de responsabilidad. Los vecinos debemos cumplir depositando las bolsas en los puntos habilitados y dentro del horario debido. Y también los comerciantes y hosteleros tienen que asumir sus obligaciones. Disponer de una compactadora con capacidad para almacenar 3.000 kilos diarios de basura en la que apenas se depositan 250 tampoco parece de recibo.

Pero nada de esto debe distraer al gobierno municipal en la tarea de seguir buscando soluciones. Al debate de la basura le queda mucho recorrido por delante y cada parte implicada tiene que esforzarse en contribuir a mejorar el funcionamiento del servicio. No hacerlo es tanto como ensuciar la imagen de la ciudad.