El Santiago socialista, el de carné, mantiene la semilla de la división en su seno
07 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.El Santiago socialista, el de carné, mantiene la semilla de la división en su seno. Se ha visto en las primarias celebradas recientemente, en la que dos corrientes diferenciadas han seccionado casi por la mitad el voto de la agrupación. Pero no es el mismo escenario de las enconadas primarias que han enfrentado a dos bandos también diferenciados. Se disputaba en aquel entonces el reñido encuentro de las huestes de Rosón y Reyes y el filo de las espadas era especialmente cortante. Se guerreaba por el dominio del territorio municipal. El orgánico ya tenía dueño.
Los dos bandos fueron a la conquista del afiliado, y a la lista de futuros votantes unieron la de pisos-patera. Ferraz hizo la vista gorda porque eran nuevos socialistas. No eran cristianos viejos ni tenían la pureza del rosa, pero engordaban las filas. El rosa terminó destiñéndose y doscientos militantes se descolgaron de repente de la causa socialista por la sábana por la que treparon.
El sábado 28, con el candidato presidencial en juego, nadie dio el paso de recuperarlos. Las alianzas mudaron y el fuego cruzado no era tan intenso como para asumir riesgos. Nadie parecía andar a setas o a Rolex, pero el resultado iba a desnudar o a vestir a los socialistas compostelanos ante el futuro timonel gallego. Y subirse o apearse de un caballo ganador no una anécdota. Se parece más a la categoría. «Esta vez xogan estratexias de baronías», le dijo un destacado militante al cronista con el cronómetro de las primarias ya en marcha.
Dejando a un lado el mapa político galaico, y las hojas de parra del baronazgo, el feudo socialista compostelano ha quedado, como siempre, poblado de tirios y troyanos aunque con distintos uniformes. Según algún miembro del aparato, son uniformes no ocasionales, sino confeccionados para perdurar. Y los yantares de hermandad unen mucho en estos casos. Hay que recordar que los que pelearon en las candidaturas municipales han ido juntos en las autonómicas. La línea del huso horario puede desplazarse.
El resultado global para ellos ha sido un revés, mi gozo en un Perozo, ex asesor de Bugallo que figura en las filas ganadoras. Pero la consigna obligada ahora es «Todos a morte con Leiceaga». Y el candidato presidencial repartirá cariños. Nadie piensa que un hombre como Leiceaga haga sangre en Santiago tras el triunfo renovador, aunque sus tesis (sus «matices») cayesen en otros sembrados y no en el suyo.
Mareas
En Santiago (como en otras ciudades) el Mareas versus PSOE ha estado rondando por Raxoi a lo largo de todo el mandato. Y aquí no se trata de «matices», sino de dialécticas enfrentadas. Reyes pareció encajar con naturalidad el triunfo de Leiceaga, pese a la mano extendida hacia las mareas de su colega economista. Lo que ocurra en el futuro, y de cara a los próximos comicios, es algo que está en la cabeza del nuevo líder. Leiceaga es, en el plano intelectual, una de las cabezas más brillantes que se mueven por el firmamento político y, si no mudó de hábitos, un ser conciliador. Es decir, no tiene pinta de ponerse a romper platos en Santiago. Pero sus pisadas renovadoras se ven.
En tiempos, Xerardo Estévez (Concello) y Ceferino Díaz (partido) ofrecían mensajes muy diferentes. Pero el poderío y las mayorías del regidor le permitían disentir del aparato local y gallego y hacer lo que le sugerían sus bemoles, como buen pianista. Francisco Reyes es un ser cordial y amable, pero sus cuatro ediles constituyen una renta exigua a la hora de exhibir credenciales.
La tradicional división del PSOE compostelano se soldó, aunque con «matices», en la etapa de Xosé Sánchez Bugallo. Hoy la agrupación está unida con puntos de sutura. Llevarse bien, sin que sea una idílica estampa de cara a la galería, y recomponer un PSOE desfondado es un reto bajo el nuevo sol. Aunque siempre están los matices. Mariano Rajoy y José María Aznar, por ejemplo, se llevan bien. El presidente dice que sus relaciones son «estupendas». Y eso es muy bonito, siempre que no atasquen el callejón de Entrerrúas.
A título didáctico, para los escolares compostelanos, un ejemplo de oxímoron: de las primarias de Santiago salieron perdedores ganadores.