Bien, hay un Plan, pónganlo en cristiano

SANTIAGO

14 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El Plan Estratéxico, que en origen tiene un significado bélico, en Santiago no es militarista por su contenido ni mucho menos, sino por el debate que ha originado. El documento ha llegado demasiado al límite, en materia de plazos, y eso siempre es un riesgo ante una eventualidad o circunstancia que impidiese empaquetarlo a tiempo. Pero ha llegado, y eso es lo importante, como importante es que los grupos de la oposición ciñeran su causa belli a la tramitación del plan y no a cerrarle el camino con una votación desfavorable. Sería tanto como meter en una trituradora quince millones de euros, y estas máquinas están para eliminar papeles comprometidos, no fondos indeclinables para la ciudad.

Bueno, pues el plan ya está ahí, y lo primero que necesita es un pulido para eliminar rebabas, salientes, flecos e incluso elementos enteros, que es lo que seguramente va a ocurrir con el teleférico. No sé quien ha colado las telecabinas, pero volver a cabrear al Icomos (Unesco) justo en el treinta aniversario de la declaración de patrimonio mundial es una broma cuando menos traviesa. Si Jorge Duarte encasqueta el teleférico en el Plan, ya puede ir tirando la Casa da Xuventude.

La versión pulida del Plan, y quizás aumentada o reducida con nuevas aportaciones o podaduras si hay esa posibilidad, es exigible a la vista de que ha llegado hecho unos zorros al pleno de la corporación. Los duendes, que emergen de las prisas, se han divertido entre las líneas del documento dejándolo plagado de errores, algunos tontos, como si uno tuviese espinillas en el cerebro.

No obstante, lo trascendente del Plan Estratéxico es el fondo, porque esas decenas de iniciativas que recoge son las que van a trazar el futuro que podrán fotografiar los ciudadanos de Santiago en el año 2025. Está claro que cada persona tiene su nueva Compostela en la cabeza, y unos quitarían y otros pondrían.

El gobierno local ha hecho bien en preguntarle a la ciudad qué demandas estima convenientes, y en contrastarlas con técnicos, pero por lo que cuentan todos los grupos de la oposición hace falta una edificación más sólida del Plan para encararlo con los repartidores de los fondos europeos, que son un tanto remilgados. Buenas propuestas, buena argumentación, ninguna coma mal puesta. Corrijan el documento y pónganle los perfiles adecuados. Háganle caso al interventor, que suele ofrecer buenos consejos. Y aplíquenle al paquete el cuño del consenso.

No es fácil elaborar un plan estratégico en poco tiempo, sobre todo si uno se exige envolverlo con la participación ciudadana, y de ahí la precipitación que late en el documento. Pero el consenso político no debe ser ajeno a estos grandes periplos municipales.