
El ladrón confeso del Códice no recuerda haber confesado el robo del manuscrito. Asegura que el dinero obtenido en sus pisos es fruto de «su trabajo» y defiende que se sintió maltratado por el juez Vázquez Taín. El tribunal anula la instalación de micrófonos en sus pisos
20 ene 2015 . Actualizado a las 12:35 h.Manuel Fernández Castiñeiras, el ladrón confeso del robo del Códice, rompió su silencio en la segunda sesión del juicio oral que tiene lugar en los juzgados de Santiago. Tras negarse a declarar al fiscal y a la acusación particular, que ejerce la Iglesia, el exelectricista del templo solo ha contestado a las preguntas de su abogada. Lo ha hecho durante siete minutos y de forma escueta tras aclarar que no se «encontraba bien». Fernández Castiñeiras ha comentado que no recuerda haber confesado ante el instructor de la causa, José Antonio Vázquez Taín, que él fuese el autor de la sustracción de la joya literaria. Asistió, con la vista fija en el suelo, al proyectado de la grabación que muestra su confesión. Sobre el propio manuscrito ha llegado a afirmar que «nunca lo vi» e, incluso, ha sostenido que la policía fue la que le dijo que lo había encontrado en su garaje.
Fernández Castiñeiras ha mantenido que el dinero localizado en sus pisos (1,7 millones de euros) proceden de los ingresos que él obtenía por su trabajo. Con respecto a su relación con el templo ha aclarado que le «pagaban en mano», siempre en efectivo, y que el dinero lo llevaba a su domicilio. Incluso ha añadido que a veces le daba parte a «gente necesitada».
El ladrón confeso del Códice ha asegurado que se sintió maltratado por el juez Vázquez Taín y defiende que el magistrado «se burló de él».
La sala anula las grabaciones en casa del ladrón del Códice
La jornada arrancó con cierta incertidumbre después de que ayer la abogada defensora del exelectricista, Carmen Ventoso, solicitase la nulidad de todo el proceso por «vulneración de derechos», algo a lo que se opusieron la fiscalía y la acusación particular. Sin embargo el tribunal presidido por Ángel Pantín tan solo aceptó una petición de la defensa, la relativa a la instalación de micrófonos en el piso de Milladoiro (Ames) en el que vivía el acusado al entender que supuso una «intromisión en su vida privada y familiar». Este varapalo, de todas formas, no tiene efectos en la causa al no haber constancia de que mediante esta medida se obtuviese ninguna prueba.
El tribunal denegó el resto peticiones de nulidad formuladas por la letrada, como los registros que se hicieron en los pisos de Fernández Castiñeiras y que, según la abogada, excedieron la hora límite que figuraba en el auto, o los vídeos de las cámaras de seguridad de la catedral en las que se ve al electricista abriendo el armario del despacho del administrador y sacando de él fajos de billetes.