Como legado, o más bien lo contrario, quedará el rechazo a una nueva estación del AVE que aprobó el Gobierno central saliente y que iba a pagar Madrid. Para justificar su decisión, alegó que lo que realmente necesitaba Santiago era un nudo de comunicaciones de alta velocidad que pasase por Lavacolla. Sin un papel que sustentara tal teoría, trató de convencer a la opinión pública de que su opción era la buena, pero no encontró un apoyo sólido ni por parte del Gobierno de Feijoo ni por la nueva ministra de Fomento, preocupada por otras cuestiones.
Los movimientos de sus ediles
Ese aislamiento político puede ser un buen ejemplo de cómo ha discurrido la vida de este verso libre del Partido Popular, ahora con el pie quebrado. Su entorno más inmediato, los concejales que él mismo escogió con escasas injerencias, trataron de mantener en los últimos días una imagen de solidez y apoyo incondicional que se fue debilitando con el paso de las jornadas. Algunos, pocos, aprovecharon cada intervención pública para hacer una encendida defensa de su jefe. Mientras, un reducido grupo de edilas que ayer arropó de cerca al líder derrocado marcaba las distancias de forma privada y se posicionaba ante un previsible futuro ya sin Conde Roa.