El volcán tranquilo

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SANTIAGO

La actividad volcánica de El Hierro permitirá a los científicos estudiar cómo nacen las islas

26 oct 2011 . Actualizado a las 14:50 h.

Si los volcanes se clasificaran de acuerdo con su personalidad, el de la isla canaria de El Hierro entraría en la categoría de los modosos. Por ahora, su forma de comportarse nada tiene que ver con las actuaciones explosivas que hemos visto en volcanes de otros lugares. Este parece que avanza a cámara lenta y procurando avisar antes de dar cada paso. El 19 de julio pasado varios temblores de tierra de inusual intensidad anunciaban el comienzo de la actividad volcánica. A principios de septiembre un terremoto mucho más intenso que los anteriores indicaba que una erupción submarina estaba teniendo lugar a cinco kilómetros del pueblo de La Restringa y a un kilómetro de profundidad. El 12 de octubre se detectó mucho más cerca de la costa una gran mancha con fuerte olor a azufre, lo que confirmaba que el volcán tenía dos focos. La mancha amarilla, que ya tiene una superficie equivalente a la de toda la isla, tocó la costa el pasado viernes y el sábado se encontraron fragmentos de rocas humeantes flotando en el agua. La erupción se encuentra actualmente a 150 metros de profundidad y muy cerca de la orilla, lo que aumenta el riesgo de que el volcán de El Hierro se vuelva explosivo.

Científicos del Instituto Geográfico Nacional, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de la Universidad de Cádiz están estudiando el fenómeno. Según sus predicciones, el volcán podría entrar en una fase en la que produciría una gran columna de vapor que brotaría del mar. Luego, cuando la erupción estuviera casi en la superficie del mar, generaría fuertes explosiones a modo de fuegos artificiales de color negro que proyectarían materiales a varios kilómetros de distancia. Todo un espectáculo, aunque los vulcanólogos insisten en que puede que esta fase no se alcance nunca. De hecho, el volcán parece haberse tomado un respiro: el número de terremotos ha disminuido, el magma brota de forma constante y el monte submarino que va construyendo la lava al caer está creciendo cada vez más lentamente.

En el fondo del mar

El de El Hierro es uno más de los cientos de volcanes submarinos que existen en el mundo. A finales del siglo XIX se descubrió que todas las cordilleras submarinas, o dorsales oceánicas, como les llaman los científicos, estaban conectadas entre sí formando un sistema montañoso de 80.000 kilómetros de longitud y que una gigantesca hendidura recorría su centro como si se tratara de una columna vertebral. En 1960 el geólogo estadounidense Harry Hess descubrió que a través de la hendidura manaban materiales incandescentes procedentes del manto terrestre.

Basándose en su descubrimiento, Hess formuló la teoría de la Expansión del Fondo Oceánico, que mantiene que esta enorme grieta, que comienza en el océano Ártico, cruza el Atlántico y termina frente a las costas de California, es el lugar en el que nace la corteza terrestre. Durante los últimos 80 millones de años, el Atlántico se ha expandido a un ritmo de dos centímetros por año, y cada año se fabrican cuatro kilómetros cúbicos de corteza nueva en las dorsales oceánicas. En El Hierro tenemos la oportunidad de observar en directo este increíble proceso y comprobar cómo nace una isla. Todo un privilegio.