En directo | El plan Tardes Divertidas concilia la vida laboral y familiar El inicio del curso escolar ha coincidido en Milladoiro y Bertamiráns con la puesta en marcha de actividades para niños cuyos padres trabajan por la tarde
18 oct 2005 . Actualizado a las 07:00 h.? eso de las cinco de la tarde numerosos colegios se vacían de niños que, mochilas en ristre, regresan a sus casas. Ésta es la tónica general de miles de pequeños que en muchos casos regresan a casa sin que sus padres hayan terminado su jornada laboral. Ésta es la causa por la que el Concello de Ames ha puesto en marcha un plan que permita conciliar la vida laboral y familiar de las personas que trabajan por la tarde y que no quieren que sus hijos se queden solos en casa. Bajo el nombre de Tardes divertidas, el centro parroquial de Milladoiro y las instalaciones del IES de Bertamiráns reúnen a estos niños y les ofrecen ocio alternativo y un entorno adecuado, incluso para hacer los deberes y merendar. En el caso de Milladoiro son quince los pequeños inscritos en los dos primeros días del programa. Aquellos que tienen entre tres y siete años son recogidos en la parada del autobús escolar. Los más mayores, acuden bien solos o acompañados por sus padres. Aunque el programa comenzó el lunes, los pequeños de Milladoiro ya han hecho buenas migas, pese a las diferencias de edad. Bajo la atenta mirada de los voluntarios de la organización de voluntarios Naïf, juegan sin parar pero sin abandonar el recinto habilitado en el local parroquial, con suelo plástico de fichas de colores y globos para dar y tomar. Esto no es el colegio Cuando todos se conozcan mejor comenzarán a trabajar en talleres, aunque siempre teniendo en cuenta que ya no están en clase y que lo suyo es divertirse mientras esperan la llegada de sus padres, a eso de las ocho de la tarde. Llega la hora de la merienda y Lorena Lamas, integrante del colectivo Naïf, se pone guantes de látex y comienza a preparar las meriendas mientras estallan los primeros globos de la tarde. Aún no son las seis, y los pequeños están tan ambientados como en su casa, o mejor. De hecho, algún monitor ironiza sobre la posibilidad de un motín infantil, ya que el día anterior ninguno de los niños quería volver a casa. Tamara López, de siete años, y Olalla Tellería, de once, lo confirman. Las dos acuden al local de Cáritas porque sus padres, como los de sus compañeros, trabajan. Tamara está muy contenta y Olalla confirma que participa en el programa porque quiere, por algo es la mayor. «Mi mamá me dejó escoger», dice, no sin antes reconocer que le apetecería estar en casa, con su perro y su abuela. La historia se repite de manera similar justo a diez kilómetros, en el instituto de Bertamiráns.