VOX POPULI | O |
13 oct 2005 . Actualizado a las 07:00 h.LAS BIBLIOTECAS están llenas de estudios que profundizan en la supremacía del homo sapiens sobre el resto de las especies. A los humanos se nos atribuye la capacidad de entender, razonar y de crear sistemas de organización y comunicación entre nosotros. Sin embargo, a medida que avanza la investigación sobre otras especies y nos dedicamos a cargarnos todo cuanto nos rodea, tanta cacareada supremacía se nos diluye entre los dedos. Los griegos crearon una democracia imperfecta, siglos después surgió la división de poderes, el hombre llegó a la Luna y la escalada nuclear a punto estuvo de cargárselo todo. La gran historia se escribe hoy con la sangre de las guerras y con las lágrimas de los que no dan saltado una verja. La Justicia más cercana nos recuerda que aún nos queda un largo camino por recorrer. Y la prueba está muy cerca de aquí, entre Ordes y Frades. Mientras el sistema condena a un profesor por abusos sexuales a niñas de seis y siete años, el mismo engranaje ralentiza algo tan sencillo y necesario como que el profesor condenado no pueda traspasar el umbral de un colegio. Está más que claro que la presunción de inocencia es una de los pilares básicos de la democracia. Esta presunción le ha dado a una persona ahora condenada unos cuantos años de anonimato, libertad e inocencia. Eso es Justicia. Lo que ya no lo es tanto es que la condena no haya servido para poner automáticamente al condenado en su sitio, que no es precisamente un aula. Que nuestro sistema judicial no está en estos casos a la altura es más que evidente, sobre todo cuando una sentencia condenatoria tarda tanto tiempo y no resarce ni protege a los inocentes con la misma firmeza, aunque sea tarde. Y no hay que olvidar que este sistema nos juzga a todos. Y el silencio, también.