Testimonio de toda una época

Mercedes Rozas SANTIAGO

SANTIAGO

ESPERANZA GONZÁLEZ

06 sep 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Contemplar esta exposición de Ramón Caamaño supone algo así como asomarnos al pasado de nuestra historia, reflejado a través de la fotografía del retrato. Los protagonistas son sus propios paisanos de Costa da Morte, que se ofrecen a la instantánea con sencillez y dignidad. Estamos a principios del siglo XX cuando la emigración marca el rumbo de la vida de esta zona. El destino, pues, de muchos de estos recuerdos gráficos es la familia de América; para ellos son la pose casi solemne y las mejores galas, las de los domingos y festivos. Mujeres, niños y ancianos son sus principales clientes; los hombres jóvenes están en otros países o embarcados. La construcción estática de la escena evidencia el sentido realista y cotidiano de este ejercicio profesional, que rehuye cualquier tipo de efectismo que pueda disfrazar el momento. Sólo un simple escenario, que se monta en las ferias y huertas de las casas a donde se desplaza el autor, matiza la realidad y se convierte en caudal informativo de la época: macetas de flores, sillas, taburetes y fondos de tela decorados con paisajes y arquitecturas idealizadas visten de tópicos estas imágenes. En alguna de las fotografías surge el inevitable automóvil, artículo de diferencia de los que han hecho fortuna fuera, y tema importante para otros fotógrafos gallegos como Virxilio Vieites. Aquella definición para la pintura de "llenar una ausencia con el simulacro de una presencia" bien podría identificarse en las fotografías de los velatorios. Los retratos que Monet hizo de su esposa Camille son aquí minutos de silencio en blanco y nego, que Caamaño deja para la posteridad como testimonio de una época y reconstrucción de una memoria colectiva que acaba por desenterrar la identidad de nuestro pueblo. La exposición, Ramón Caamaño. Retratos da Costa da Morte , está abierta en Fonseca.