Un proyecto que hace añorar la selectividad

La Voz

SANTIAGO

01 nov 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

Si algo positivo hay que destacar de la nueva ley universitaria es su capacidad de consensuar -por primera vez en mucho tiempo-, a todos los sectores de la comunidad educativa. Y es que la LOU levanta críticas desde todas las direcciones. Pruebas en cada universidad. Aunque la ley no recoge que se vaya a eliminar la selectividad, ya está anunciado y serán las universidades las que realicen las pruebas de acceso. Como la normativa deja abierta el sistema, los estudiantes temen exámenes distintos en cada centro y una elección elitista. «Tábula rasa». Sólo se salvaron los rectores (de todas formas, en Santiago Darío Villanueva dejará el cargo en el mes de mayo), ya que al final se aceptó una enmienda por la que no tendrán que dimitir. El claustro debe disolverse y aparecen órganos que no existían actualmente. Los nuevos rectores se elegirán por sufragio universal ponderado, lo que politizará las elecciones, según los responsables educativos. Privatización. Los estudiantes de la USC han criticado duramente la incorporación en los órganos de la universidad de miembros ajenos a la comunidad universitaria. Antonio Sánchez, presidente de Ficus, señalaba que una empresa privada podría decidir sobre los planes de estudio con más representación que los propios alumnos. Plazas docentes. Si la habilitación estatal supuso un revés para todos los docentes, la supresión de los seis meses de prórroga encrespó los ánimos. Con esta medida quiere evitarse la endogamia (en Santiago casi la totalidad de los catedráticos y profesores titulares que consiguen la plaza proceden del mismo centro). Para convocar estas plazas no habrá que esperar a la modificación de los estatutos, sino que la LOU permite a la Xunta de Goberno adoptar medidas para crear plazas. Eso sí, nadie se escapará del sistema de habilitación. Mayor valor del esfuerzo personal. La única enmienda relevante que introdujo el Congreso a petición del PSOE se refiere a la adaptación a las normativas de la UE. Los créditos europeos valoran las horas lectivas, pero también el trabajo personal. La ley también permite a la USC organizar enseñanzas no presenciales, un objetivo para el que Santiago ya ha puesto su base con la creación del campus virtual.