La herramienta que evitó varios casos de autolesiones y suicidio en un aula

Olga Suárez Chamorro
Olga Suárez REDACCIÓN

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Un grupo de niños de un colegio de Santiago, en una imagen de archivo
Un grupo de niños de un colegio de Santiago, en una imagen de archivo PACO RODRÍGUEZ

La tecnología puede ser un aliado de profesores y familias para luchar contra el acoso escolar

28 abr 2024 . Actualizado a las 17:44 h.

La mayor parte de noticias e informes sobre el uso que los escolares hacen de la tecnología suele incidir más en sus riesgos que en sus oportunidades; sin embargo, con motivo de la celebración esta semana del Día Internacional contra el Acoso Escolar, es importante hablar también de las posibilidades que ofrece y cómo esta puede convertirse en una herramienta para luchar contra esta lacra y proteger a los menores.  

En los últimos cuatro años, la salud mental de niños y jóvenes se ha deteriorado y los episodios de ansiedad, autolesiones o estrés se han disparado, algo que ha obligado a los centros educativos a activar protocolos ante situaciones que se detectaban demasiado tarde. «En este contexto pensamos que la tecnología podía servir de apoyo, no con la idea de sustituir la labor del docente, sino más bien de anticipar la detección del problema, pudiendo atajarlo mucho antes, evitando así que el impacto en la salud mental del alumnado fuera tan grande». Lo dice Roberto Benito, director de SM Educamos, el ecosistema educativo digital de la editorial, que lanzó hace justo un año una herramienta tecnológica que tiene el objetivo de hacer aflorar la realidad silenciosa en las aulas. Se llama Clima Emocional y en solo un año ya ha recogido más de 850.000 testimonios de alumnos de un centenar de escuelas de España, Chile, Brasil, México y Argentina. En este último país, concretamente en un colegio de la ciudad de Mendoza, lograron prevenir dos situaciones graves de autolesiones y suicidio gracias a los datos recabados con esta herramienta.

«Gracias a la aplicación nos dimos cuenta de que había chicos que no lo pasaban tan bien como nosotros creíamos durante el fin de semana en sus casas», explica Graciela Bertancud, directora del colegio Tomás Alva Edison argentino, en el que estudian 2.700 alumnos. Implementaron la herramienta de SM Ediciones hace un año y subraya sus beneficios para detectar el bullying y prevenirlo: «Sabemos que muchas veces los alumnos que hacen o reciben acoso escolar no toman la iniciativa de contarlo, pero hay otros testigos alrededor a los que esta herramienta les permite poder expresarse para alertar de alguna situación de maltrato entre sus compañeros», cuenta.

A lo largo de cada semana, en este centro educativo toman tres muestras del estado emocional de los estudiantes: una al llegar del fin de semana, otra el miércoles, que les permite hacer algún cambio a nivel educativo; y otra el viernes, para ver cómo han pasado la semana los estudiantes. Y también en el aspecto educativo les está ayudando: «Cuando vemos que están más cansados de la cuenta, cambiamos la propuesta pedagógica y vemos a qué se debe ese cansancio, si es motivacional o físico», explica. Los tutores son los que tienen acceso a los resultados y, cuando detectan algún comentario o emoción que no es oportuna, lo derivan al servicio de orientación, formado por psicólogos y psicopedagogos. 

«Si la tecnología y su aplicación educativa son parte de la vida diaria de los estudiantes, parece apropiado aprovecharla para promover canales de expresión emocional», destaca el director de SM Educamos. Y asegura que los espacios virtuales fomentan la acción comunicativa, especialmente en perfiles introvertidos y situaciones de discriminación. La herramienta implantada en centros educativos de estos cinco países pregunta periódicamente a su alumnado sobre su estado emocional, y se les presenta una escala de emociones basada en «caras» reconocibles, con la intención de facilitar la expresión del estado de ánimo o estado emocional. Además, para respuestas más negativas, a los estudiantes se les da la opción de compartir algún sentimiento delicado con tutores, profesores o dirección. «Y esto permite detectar posibles situaciones de acoso en estudiantes de manera individual, pero también medir el clima emocional de una clase, una etapa o una institución educativa completa», explica este experto.  

Herramientas para usar en casa 

Pero tan importante como el control del aula es la supervisión desde los hogares, pues la gran mayoría de niños desde los 11 años tienen en sus manos dispositivos móviles que pueden convertirse en un arma muy peligrosa si no se supervisa su uso. El primer paso para tratar de evitar el acoso escolar se tiene que dar en casa a través de la educación y, sobre todo, de la comunicación. «Debemos ser capaces de transmitirle al menor los valores que necesita para respetar a sus compañeros y, por supuesto, que conozca los beneficios y los riesgos que conlleva la tecnología», explican Verónica Catediano, responsable de comunicación y márketing de la firma tecnológica SPC, que asegura que con estas conversaciones basadas en la confianza será mucha más fácil implementar normas de uso de la tecnología, resolver dudas, detectar y evitar posibles situaciones de acoso y ciberacoso. Lo que esta experta tiene claro es que no se puede culpar a la tecnología del incremento del acoso escolar, de la misma manera que el colegio tampoco es la causa del acoso en las aulas. 

La tecnología es tan solo una herramienta y, como tal, puede ser utilizada para bien o para mal. De hecho, ya en ese proceso de aprendizaje, la propia tecnología puede ser una gran aliada, y son muchas las herramientas para detectar episodios de este tipo y combatirlos. La representante de SPC cita dos ejemplos: las aplicaciones o plataformas que ponen en contacto permanente a los centros educativos con los padres, los alumnos y los profesores; y los software de control parental, que permiten rastrear el uso que los menores hacen de los dispositivos y limitar los accesos a ciertas aplicaciones o webs.

Family Link, por ejemplo, es una herramienta no tanto para controlar el uso de los dispositivos por parte de los niños, que también, sino un gran aliado para los padres y familiares de los menores para enseñar los límites que cada familia decide establecer. «De esta manera, cuando ya sean más mayores, los niños ya se habrán habituado a esas normas y esos límites, y los respetarán de manera natural», reflexiona Catediano. Y apuesta por seguir impulsando la usabilidad de estas herramientas para lograr plataformas sencillas de configurar y manejar, de manera que cualquier persona pueda aprovecharlas en su día a día. 

Otra manera de luchar contra el acoso escolar es protegiendo e impulsando la privacidad y el anonimato en internet, algo que los adolescentes tienden a olvidar cuando se estrenan en redes sociales. «Debemos enseñar a los niños que las contraseñas de las cuentas y perfiles sociales solo las deben conocer ellos y, como mucho, sus padres», avisan los expertos. Y también abogan por la concienciación en los riesgos de etiquetar a terceras personas en una publicación en redes, o compartir imágenes o vídeos de alguien sin pedirle permiso. «Deben saber que cuando publican una fotografía ya no va a poder tener ningún control sobre la misma», subrayan. Tampoco deben compartir información personal, como el nombre de su colegio o su dirección los usuarios de internet, ya que pueden no conocer a quien se esconde detrás de un perfil o seudónimo.

Un último consejos es el de hablar a los menores de las netiquetas, las normas sociales digitales que buscan regular el comportamiento de las personas en Internet para crear, entre todos, entornos seguros y respetuosos. Así, sabrán cómo comportarse en la red y evitar sufrir o generar ciberacoso.